Mónica Flor Sánchez Pérez
El merecido receso escolar ha terminado y las inquietudes provocadas por la pandemia han vuelto, ya que el panorama continúa siendo incierto respecto al inicio del siguiente ciclo escolar.
Meses atrás teníamos muchas dudas acerca de la culminación del curso; sin embargo, de manera inesperada el Secretario de Educación puso fin a nuestra incertidumbre, al presentar un cronograma que señalaba la finalización anticipada del ciclo escolar. Asimismo, prometía que a mediados de agosto habría un curso remedial, ya en las aulas, para brindar a los estudiantes la oportunidad de consolidar los aprendizajes que aún les provocaran conflictos, antes de pasar al grado siguiente.
Con esta calendarización concluimos el tan extraño ciclo 2019 – 2020, confiados en que para el siguiente todo volvería a la normalidad o, al menos, con clases de forma presencial. Pero si algo nos ha enseñado el SARS – CoV – 2, es que los planes deben ser lo suficientemente flexibles para modificarlos con base en lo que vaya aconteciendo, ya que no hay nada definido respecto al desarrollo de la pandemia.
Muestra de ello es la serie de incógnitas que ahora rodean a la educación en el país, comenzando con el hecho de que actualmente las 32 entidades federativas se rigen con el Semáforo de riesgo epidemiológico. Ello implica que no todos estemos en el mismo nivel, por lo que unificar el regreso a las clases presenciales requeriría aplazar la fecha hasta que el Semáforo estuviera en color verde en toda la República Mexicana.
Independientemente de que la SEP opte por esta opción o permita a cada entidad federativa comenzar con las clases presenciales en cuanto esté en semáforo verde; basados en la situación actual y lo referido en múltiples ocasiones en las conferencias vespertinas de salud, iniciaremos el ciclo escolar 2020 – 2021 de la misma manera en que terminamos el anterior: a distancia.
Debido a esto, diferentes medios han expuesto que seguramente recurriremos al aprendizaje híbrido que, según Graham (2006), es la convergencia entre el aprendizaje tradicional, que es presencial, y los ambientes de aprendizaje creados con base en las nuevas tecnologías. Aunque la propuesta parece sencilla porque se vincula estrechamente con la forma de vida de las sociedades actuales, implica que el profesor tome una postura al respecto, de la cual dependerá el éxito de esta forma de trabajo.
Este concepto considera diferentes opciones: que el aprendizaje presencial sea complemento del aprendizaje virtual o viceversa. En ambos casos se requiere de la autonomía del estudiante para que pueda investigar y realizar las actividades por su cuenta, además de que no pasaría nada si alguna de estas partes faltara por alguna razón, ya que sólo son situaciones complementarias. La última opción representa un desafío, porque consiste en combinar la educación presencial con la virtual, de manera que el estudiante las aproveche al máximo, por lo que, si alguna llega a faltar, su aprendizaje se vería afectado.
Al inicio de la cuarentena, los profesores de educación básica, con el modelo de enseñanza basado casi en su totalidad en las clases presenciales, optamos por utilizar el medio virtual como un complemento. Sin embargo, ahora el uso de las diferentes plataformas (Zoom, Google Suite, Microsoft Teams, entre otras) no será igual que en el ciclo escolar pasado, ya que en esta ocasión no estamos concluyendo el trabajo de varios meses, donde conocíamos bien a nuestros estudiantes y estábamos al tanto de los aprendizajes que habían construido. Ahora vamos a comenzar un ciclo, algunos maestros tendrán que trabajar con nuevos estudiantes, de los que desconocen su personalidad, su nivel de conocimientos, su forma de trabajo. Tampoco, conocen el estado emocional en que se encuentran después de la pandemia, por lo que tendrán que diseñar sus estrategias de tal manera que logren aprovechar la tecnología para conocerlos y así comenzar a trabajar con ellos.
En otros casos, como el mío, estaremos con los mismos niños del grado anterior y aunque esto parece un punto a nuestro favor porque significa que ya los conocemos, de igual forma deberemos diseñar nuevas estrategias que nos permitan identificar cómo se encuentran emocionalmente, y los aprendizajes que construyeron el ciclo anterior, porque en muchos casos los padres de familia por diferentes razones entregaron las evidencias de trabajo sin preocuparse de que su hijo(a) estuviera aprendiendo.
Los docentes, a diferencia de cuando iniciábamos la cuarentena, contamos con la ventaja de saber lo que implica el trabajo virtual. Estos meses nos sirvieron para acercarnos a las computadoras y aprender sobre el funcionamiento de las distintas opciones que se pusieron a nuestra disposición. Por ello, podremos hacer un mejor uso de las aplicaciones para tratar de diseñar, desde ahora, una propuesta de trabajo donde el aprendizaje presencial y el virtual se combinen para beneficio de nuestros estudiantes.
Con base en esta nueva realidad, se esperaría que en las semanas en que los profesores nos reuniremos virtualmente con nuestras autoridades educativas, se nos brinden nuevas capacitaciones sobre el uso de las plataformas, así como explorar las mismas, mediante la práctica, para optimizar su uso.
Aunque el trabajo presencial todavía se ve muy lejano en nuestro panorama, me parece importante que se empiece a pensar en él, ya que de acuerdo a lo que nos ha repetido continuamente el Dr. López – Gatell, ésta es una epidemia larga, por lo que debemos aprender a convivir con el virus; que no se eliminará, sino que estará presente aun cuando tengamos el Semáforo en verde y podamos volver a nuestras actividades cotidianas. Entonces, ¿qué pasará en las aulas? ¿La Sana Distancia quedará en el recuerdo? Porque es un hecho que hay escuelas donde los grupos rebasan el número ideal para que exista un espacio suficiente entre los estudiantes.
Además, con base en las imágenes que han circulado por internet de los países donde los niños volvieron a las aulas, surgen preguntas: ¿seremos capaces de instalar un filtro sanitario eficaz a la entrada de cada plantel, que permita el ingreso ágil de los pequeños a su grupo?, ¿Será necesario colocar un acrílico alrededor de los niños para que se aíslen en su “pecera”, evitando así la dispersión de la saliva y otros fluidos corporales?, ¿se optará por el trabajo individual durante un tiempo o se limitará a reuniones virtuales? ¿Qué pasará con el trabajo en equipo?
Así como éstas, otras interrogantes van surgiendo en diferentes momentos y muchas de ellas sólo obtendrán respuesta hasta que requiramos llevar a cabo la situación que plantean. Sin embargo, me parece que lo más sensato es seguir las indicaciones de la Secretaría de Salud; conservar, en la medida de lo posible, una distancia prudente entre las personas; continuar con el lavado de manos constante o en su defecto, con el uso de gel anti bacterial; utilizar el “modo etiqueta” al toser o estornudar; quedarse en casa ante la presencia de algún síntoma y, procurar actividades que mejoren nuestra salud.
Respecto al panorama del ciclo escolar 2020 – 2021, veremos qué novedades nos trae cada día, adaptándonos a nuestra nueva realidad y trabajando como siempre en beneficio de los estudiantes. Claro, esperamos contar nuevamente con el indispensable apoyo de los padres de familia, así como el de nuestras autoridades educativas.
Referencias
Graham, C., (2006), ¨Blended learning systems. Definition, current trends, and future directions. En C. Bonk y C. Graham (eds.), Handbook of blended learning: Global Perspectives, local designs, San Francisco: Pfeiffer Publishing.
Mónica Flor Sánchez Pérez
Maestra de primaria.
Egresada de la Maestría en Educación Básica. Especialidad Realidad, Ciencia, Tecnología y Sociedad de la UPN 095 Azcapotzalco