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Sala de Maestros

Maestros en la historia

Jesús Caballero y Díaz


Yesterday: otra vuelta de tuerca

Me comprometí con Rafael a poner en blanco y negro en mi columna de la Revista Pálido punto de luz, el fruto de mis lecturas de Un día en la vida. Andanzas y sueños desde el barrio el libro de Alfredo Villegas presentado en Tintanerías el 24 de marzo de este año, le he dado muchas vueltas, lo he leído varias veces y me he metido en su propio laberinto que me ha revelado su propio altépetl, su matriz literaria, su fuente vital, la conciencia de esa vida y las crisis de una personalidad que en síntesis dialéctica se abre al conocimiento de sus lectores.

Y decidí no hacerlo solo, sino con grata compañía y venimos de regreso intentando escapar con bien del Laberinto del de las andanzas y sueños De Alfredo, conmigo vienen casi a fuerzas: Lope de Vega, Luis de Góngora, Raúl Cardiel Reyes, Thomas CarLyle y Carl Sandburg, heredero proletario de Walt Witman con sus aportaciones, compartiré con mis lectores los párrafos que me parecieron ventanas al retrato que quiero perfilar, ya que el paisaje está ofrecido a nuestras lecturas por el propio autor, de la presentación en Tintanerías rescato que este texto si es una ópera prima y no como las citadas de Cervantes que no fue el Quijote, sino La Galatea; ni la de García Marques que no fue Cien años de soledad , sino Hojarasca.

Tampoco es solo una divertida y profunda crónica de su barrio, sino una admirable confesión, esta sí, más amplia que el propio retrato que hace Cervantes de su fisonomía, menos metafórica que el Quijote y a la altura de las de Vasconcelos en el Ulises criollo, particularmente las de su educación en Piedras Negras y Eagle Pass y cercana a De profundis de Oscar Wilde

DE Lope de Vega en: “A mis soledades voy, de mis soledades vengo porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. No sé que tiene la aldea donde vivo y donde muero que con venir de mi mismo no puede venir más lejos. Ni estoy bien, ni mal conmigo, mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma, esta cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta como se sufre a sí mismo un ignorante soberbio”.

Un día en la vida me pareció algo mas que una historia, la de Alfredo en primera persona en la que quiere ser no un protagonista sino uno más de los “partenaire” de sus semblanzas, bueno eso quiere en sus relatos, aunque en sus reflexiones, Lope de Vega los guiara en la descripción de los valores morales en que se desenvuelven las paradojas relatadas, los invito a aceptar a este poeta del siglo de oro español en las consideraciones de sus propias lecturas.

Nos ofrece Alfredo la descripción del sitio en que finca sus raíces, su tronco, sus ramas y sus retoños. Lope de Vega me lo me lo cita puntualmente “…donde vivo y muero que con venir de mi mismo no puede venir de mas lejos” por su parte Alfredo “lo que es un hecho es que hoy quise hacer un reencuentro parcial y darme chance a recuperar mi identidad en el recuerdo…No he jugado un rol estelar en ninguno de mis escenarios, poco importa, lo valioso es que para mí aun con cientos de sinsabores, la mayor de las veces injustos, la vida ha valido la pena…”

Y en esta relación no faltan los retos y las críticas que pudieran suscitarse el paso por sus laberintos. Al principio advierte: “si sus expectativas se casan con la excelsitud, el estilo, la pulcritud y las florituras en el lenguaje(que no faltan en el cuidadoso trabajo de presentación final) cierre ahora mismo este libro”; aunque después confiesa; "creo que él que está contextualizando en demasía el asunto soy yo. lo que pasa es que me da coraje nada mas de pensar en sus detractores”. Se refiere a consideraciones antropológicas sobre el futbol americano en México,). No faltan, le encantan las antítesis, disfruta de sus propias síntesis, aunque también deja de revelarnos tras celosías sus propios paradigmas, los cuáles desanuda —a veces autocrítico— en paradojas vigorosamente descritas, revelando sus entrañas morales y sus goces estéticos con la claridad de un examen reposado en un largo espacio de añejamiento en que se destilan los recuerdos de la vida cotidiana y se especian sus juicios de valor sobre ella, en este, tal trabajo literario, se nota que no es flor de un día; sino el fruto de una larga maduración.

Donovan Villegas su hijo nos fue revelado como un importante socio en la escritura en esta reciente etapa de la vida familiar que ambos disfrutan amorosamente las luces frescas de su entendimiento, de su formación, de la calidad de sus observaciones y proposiciones, las cuales que fueron especias de la larga conversación en que se cocinó esta suculencia.

Advierto desde la galería de sol a Alfredo como macizo torero: “nos cita, nos presenta el engaño, se pasa el estoque por la espalda y apunta la muleta a la nariz del burel:”recuperando con sus recuerdos sus sesenta años de vida de los que da santo y seña tanto en lo trivial como lo medular, así que pasado el engaño, el burel admira su faena, reposa su entusiasmo y artista cita al tendido en busca de aplauso y lo logra.

Orgulloso, Alfredo se me aparece como el producto del desarrollo armónico de todas las facultades del ser humano, el perfil esculpido por Jaime Torres Bodet en su redacción del artículo tercero constitucional y recuerdo cuales: las provistas por la Paideia ateniense: la sensibilidad, la inteligencia y la voluntad, pero también incluyo a Freud y sus hallazgos: Eros y thánatos en el perfil de sus crisis existenciales cuyos actores son: el ello, el yo y el superyó.

Alfredo, producto de su tiempo de esa educación según confiesa y sé: tiene sensibilidad de deportista, de competidor, de retador: ama el deporte como deportista y como espectador ha sido y es fan de sus hijos, de su participación como” corebacs”y de sus éxitos asiste a las competencias que lo excitan disfrutando de los retos y los triunfos de los protagonistas, es pues la emoción ardiente que se integra también con el disfrute del arte, también es el artista sensible y sensibilizador, sobre todo le encanta, en el sentido mágico de la palabra: la música, criado en su tiempo por la revolución del rockandroll descubre su vocación musical a la que le dedica no solo su audición, añade su interpretación, su canto acciones en las desarrolla una cultura musical que pasa de su éxtasis a la lucidez de su comprensión , de su estudio, de la inclusión de la música de los Beatles en la cultura musical universal y a comunicar, a difundir esta sabiduría musical, Internet le permite expresar ese amor filarmónico a sus amigos, a sus públicos internautas. Así que el fan, el músico, el rockanrólogo no deja de ser maestro. y nos regala material y comentarios para ilustrarnos y entusiasmarnos.

Alfredo se reconoce como el producto de la moral familiar, así como de los enfrentamientos con la rijosa moral callejera, también con la moral del fair play deportivo, de aceptación de las reglas y el respeto al protagonismo personal y al de los adversarios siempre en la consecución de sus metas. La larga disciplina escolar de los fines y valores de los planes de estudio y sus consecuencias magisteriales lo cargaron de los valores morales y políticos que enriquecieron los familiares y los sociales. S nota en esta aventura educativa el desarrollo de su propia voluntad la búsqueda de los nuevos niveles escolares en su varias Maestrías de aumentar afanoso la construcción de una crítica conciencia, de una expansión estética que lo equilibran misteriosamente, Su inteligencia es a su edad sabiduría, está colmada de los resultados de su educación escolar de la que ha recuperado sus mejores procesos aprendió a leer y como leo a escribir, esto es: a pensar lo que escribe, a decir lo que siente y a querer comunicarse como lo ha hecho con sus alumnos, sus colegas y sus amigos, hoy con sus lectores. Esta es la formación integral de Alfredo procurada retadoramente por él mismo aquí jugosamente expresada

De su escritura se desprende que el juego entre los rijosos: el Ello cuasi biológico y el tirano sociopolítico: Superyó aceptado primero y luego advertido por la crítica cada vez mejor equipada personalmente lo traído a aceptarse sin complacencias, a juzgarse sin pesimismos, a examinar el papel de su pasado en su actual expresión, no ha necesitado confesor , ni psicoanalista para hacer esta introspección y sincero y equilibrado para compartir con sus lectores la reivindicación de una vida y su contexto que aunque tardío es: “un intento por mostrar el mundo al que pertenezco, en el que me forjé, del que estoy orgulloso, del que no renegaré jamás”

Así que Alfredo rebasó la intención de la alfabetización vasconceliana y ha entrado en el encuentro cultural y personal de la necesidad y la posibilidad de poner en blanco y negro una especie de confesión, he leído las de Cervantes: la descripción de su retrato y el Quijote, De profundis de Oscar Wilde, no evité una síntesis de las Confesiones de San Agustín , hice en la Normal Superior un ensayo sobre las Confesiones de un paseante solitario de J.J. Rousseau y recién: Confieso que he vivido y Vivir para contarlo de García Márquez, la pasión de Alfredo en Un día en la vida tiene para mí, algo de elegiaco.

De Luis de Góngora y Argote, una reflexión en la que caben algunas de flores melancólicas de la escritura de Alfredo; del poema: La brevedad de las cosas humanas: Aprended flores en mí lo que va de ayer a hoy, que ayer maravilla fui y sombra mía aún no soy

Esa intención plasmada en Un día en la vida me parece esa sombra suya que aún no lo es, pues aunque esta obra es un fruto cultivado con el abono de la vida diaria y la reflexión oportuna ante sus accidentes y sus exposiciones, espero no sea la final: Alfredo disfruta de la vida vivida, de su práctica docente, de su relación con sus alumnos, con la enseñanza, el aprendizaje y el disfrute de su evolución al calor de cada clase, de cada curso, le encanta y encantar es la descripción de un accionar de la magia: la preparación de sus clases es un ejercicio alquimista del que el confesaría hecho para producir varios encantamientos: los propios del docente y los ajenos de sus alumnos, el arrobamiento de ellos y de ellas es procurado desde el fondo de su sensibilidad hasta la conversación académica en el aula, no pocas veces ese arrobamiento continúa cuando nos regala las fotos de su alumnas en sus propias prácticas docentes y seguro que eso espera de nuestras, que al relatar lo que viene de ayer a hoy nos hechice con sus maravillas en nuestras lecturas y claro que no se ha equivocado, algo nos quería enseñar y héme aquí disfrutando de sus enseñanzas en el conjuro prometido por la pócima de este veneno literario. Muchos de sus antiguos alumnos quedarán encantados-hechizados-los actuales, advertidos por aquellos querrán disfrutarlo, añadir a sus placeres literarios Un día en la vida más que deseárselos, lo predigo. Esto es cosa de brujería, de mi personal aprendizaje de brujo.

Alto como es no despreció los deportes callejeros y creció aceptando los retos del futbol callejero, de los retos a madrazos de la defensa personal, llego al ejercicio deportivo para vaciar mucho de la rabia criada en la existencia barrial y el deporte le enseñó el control anímico, la aceptación de las reglas del juego, el respeto al contrario sin faltar el descubrimiento de sus debilidades y sobre todo su afán de triunfo. Alfredo es un cultivador del triunfo, y logra en su vida personal haciendo tochdown en cada partido ya sea familiar que profesional o académico y en este caso autorial. En secreto les digo: es la imagen de John Dereck en la película de El héroe y van a saber por qué.

De Max Weber, Raul Cardiel rescata: “el poder carismático no hace sino reivindicar el papel que corresponde a la persona humana en la historia, porque hay algo en ese poder que no se encuentra en las meras circunstancias; una penetración intelectual, una visión excepcional que avisora futuros, más allá de las perspectivas comunes; algo como una chispa enigmática de expresión creadora que constituye la raíz de su fuerza y que no se deriva del medio social. Las muchedumbres pagan reconocimiento a esos poderes especiales y de la conjunción de ambos elementos surgen los cambios radicales en el proceso histórico”.

Y Alfredo en su libro nos enseña una expresión verbal poco llevada a la literatura, no teme, incluso arriesga escribir sin florituras; sino como dios le mandó escuchar y le permitió hablar rememorar y finalmente traerlo al libro, igual pasó en el tránsito del romance castellano al español, ese con el que hablo con mi vecino, que es nuestro idioma oficial y en el que encajan sin permiso de la academia las joyas del habla cotidiana con el permiso dado a sí mismo y tal vez en la complicidad con Donovan en las decisiones para aderezar esta cochura, su cochura, y así le digo a la sazonada manera de integrar especies nutricias en esta sabrosa ensalada. Bien haya por lo bien contado que merece ser cantado.

Tomás Carlyle en su conferencia de 1840: El héroe como hombre de letras propuso ante un público burgués londinense ávido de encontrar héroes que no los sacaran de su molicie, el asunto del héroe como escritor en estos términos: “es el producto exclusivo de nuestros tiempos y mientras subsista el arte maravilloso de la escritura y el no menos maravilloso de la imprenta puede asegurarse fundadamente que continuará siendo una de las mas principales formas de heroísmo que legaremos a las edades venideras…Nunca se había visto, sino de un siglo a esta parte, la forma de una grande alma vivir de aquella manera anómala; trabajando por exteriorizar por medio del libro impreso la inspiración que pugnaba por ver la luz procurando por medio de este sistema un lugar y manera de ganarse la vida con lo que quisiera darle el mundo por su trabajo.

A los sesenta años como Cervantes a los cincuenta y pico Alfredo se atreve a ir más allá de su docencia, de su cultivo cotidiano y decide escribir, publicar: su motor la canción: Un día en la vida, su estructura: el juego de la oca, un paseo con vueltas atrás por la cultura de su tiempo, por la épica de su barrio; su contenido: el museo de su cultura, de su vida, de su relación con su semejantes y con sus diferentes en valiente descripción de sus tormentas espirituales y la construcción de su personalidad, en ella los desafíos emocionales, morales e intelectuales en las que propone paradojas retadoras a ciertos paradigmas, cuyos elementos nos invita a encontrar con el ”ábrete sésamo” con que inicia en cada capítulo de esta entrega la riqueza de sus descubrimientos culturales y sus aportaciones literarias, romántico que también es no escribe para ganarse más estipendio que el gusto de nuestra lectura.

Y Raúl Cardiel en el prólogo de Los Héroes de Tomas Carlyle uno de su textos en el que perfila la parte de la circunstancia en la vida del héroe literario: “El espíritu de una época se encuentra como disperso, fragmentado en la superficie de la historia. Solo una conciencia individual puede llevar a cabo su síntesis; integrarlo en un principio, en una unidad que lo haga fuerza operante en la historia… al final de cuentas los elementos dispares diversos de una época han de conjugarse en la conciencia de la persona humana, para alcanzar su dimensión histórica”.

Alfredo ya es un héroe literario y sus coprotagonistas de los barrios en los que le tocó vivir ya son sujetos históricos, ya son historiografía, ha descubierto el espíritu de nuestra época en nuestra ciudad ha sido capaz de esta síntesis que ha brotado del anonimato callejero y vecindario con su lenguaje, con sus hazañas cotidianas, en el que ya no existe el proletariado obrero, donde los vecinos del callejón viven de lo que se puede, con una gran inconsciencia, una dejadez, una agresividad suicida, con un ciego “aiseva” compartiendo con el desprecio de la clase dominante que vive igual inconsciencia, igual ausencia de ideología, cuando más: algunas frases de soberbia clasista, de racismo, de desprecio a sus desiguales, este es el hallazgo de Alfredo: la ciudad y sus barrios, la ciudad y sus habitantes son espacios humanos de inconsciencia, de carencia de identidad, de igualdad y con ellas de destino, donde la vida solo es un frágil presente y lo infinito de ese quiebre: el paradigma de la democracia liberal demolido en las paradojas en las que Alfredo a contraluz me da cuenta con la vida de un pueblo obrero que desaparece y con él la conciencia proletaria combativa de una sociedad que se disuelve.

Carl Sandburg es el poeta proletario de Norteamérica, heredero de Walt Withman, quien se hizo famoso usando audazmente el lenguaje vulgar para hacer la poesía de la clase proletaria, de él, fragmentos de su Utopía en el poema: YO SOY EL PUEBLO: “Yo soy el pueblo, la chusma, la multitud, la masa. ¿Sabeís que todas las grandes obras que existen en el mundo las he hecho yo? Soy el obrero, el inventor, el que fabrica los alimentos y los vestidos del mundo…Soy la semilla de la tierra, soy la pradera que soportará muchas labranzas, terribles tempestades pasan sobre mí. Yo olvido. Lo mejor de mí es chupado y consumido. Todo, menos la muerte que se acerca a mí, Yo olvido… Cuando yo, el pueblo aproveche las lecciones del ayer… no habrá entonces en el mundo ningún orador que mencione al pueblo con un acento de burla en la voz o sonriendo despectivamente, entonces la chusma, la multitud, la masa… entonces habrá llegado.”

Alfredo es rudo y sincero nos enseña sin decirlo, lo que no queremos saber, la historia que quisiéramos ignorar, lo que nos duele y lo que no queremos curar: y por la ventana abierta en mi mente aparecen las premisas no escritas de su discurso: el cadáver del progreso industrial del país y con él la existencia de la clase obrera, Sandburg me ayudó a ponerlo en blanco y negro: el proletariado ha muerto, adiós a la conciencia proletaria que alimentase la lucha por el porvenir comunitario, y en lo pragmático, adiós también al estado benefactor, logrado en el pasado siglo por la lucha obrera: adiós a las instituciones sociales, a la seguridad social, a los derechos al bienestar, a la salud, al hogar, al trabajo, al salario remunerador, a las pensiones de las viejas generaciones. Adiós también a la democracia, a la soberanía del estado, a los gobiernos al servicio del pueblo, a las garantías del ciudadano, a los derechos humanos, a los derechos políticos ciudadanos, a los del cuidado de los niños y los ancianos, adiós a la promoción de la cultura, el deporte, y la recreación; así como adiós también a desarrollo de, la investigación científica y el desarrollo tecnólógico, adiós a la identidad, a la igualdad, a la fraternidad, diría mi abuela: adiós al mundo se va a acabar.

Considerado de nosotros Alfredo nos da un respiro sobreviven: la persona humana que vela por sí misma, la familia que cría y educa a su prole y a sus mayores, que valora y añora a sus difuntos, que preserva la amistad cultivando la presencia, la comunicación y el disfrute de la reunión, de la fiesta con los familiares y los amigos, la gens se resiste a morir, por lo menos en la balsa familiar de Alfredo.

En este océano de basura desechable que es nuestro mundo navega también otra balsa que lleva la bandera de la UPN, su matrícula es: la UNIDAD 095 Ciudad de México, su capitanía: la Maestría en Educación Ambiental, su radar: la revista digital pálido punto de luz, su puerto editorial: la Zonámbula, su carga editorial: la COLECCIÓN VUELTA DE TUERCA, en ella su última entrega: Un día en la vida, andanzas y sueños desde el barrio de Alfredo y Donovan Villegas y tendiéndome la mano: Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán, uno de sus directores para llegar con ellos al feliz puerto de sus lectores. Un día en la vida se merece muchas más lecturas, mejores que esta.

P.D Enrique Krause publicó Yo el pueblo: antítesis de “el estado soy yo” de el absolutismo ilustrado, en entrevista con Loret de Mola, recién vista por mí en el Youtube ,Loret de Mola intentó sonsacar algo más de la intención del escritor que es según su dicho es : mostrar el posible advenimiento del populismo, prevenirnos de los líderes populistas y defender de ellos a la democracia, al debate, a la pluralidad ya la tolerancia, Loret lo tachó de populista, Krause intentó hacerlo entender que no y para no complicar el asunto nos invitó al público a comprar su libro y a usarlo como información- entendí- para comprender la historia del estado y sus gobiernos, el papel del pueblo y su permanente subyugación. Ya lo empecé a leer es un alarde de ilustración, no le falta información sobre la evolución política de la sociedad, en la cual la democracia es una frágil flor de un día, nada más que al hacer relación de las demagogias elude descubrirnos la que nosotros conocemos de sobra: el populismo prianistas de 78 años que tan bien exhibe en sus descripciones sin aludirlo y que achaca , en prejuicio, en juicio “ad hominem” abierto al candidato que aun no gobierna y encabeza las encuestas, así como al gobierno por venir, el cual no provendría de las alianzas que han sido las titiriteras de nuestros permanentes populistas entre quienes destacan los presidentes priistas y panistas", me gasté parte de mi pensión para expresarme a sabiendas: Krause temió pasarse de la raya en la entrevista, de Mola, el loretito como siempre en plan de inquisidor, pareció querer quemar al…escritor Krause. sólo pareció.

Jesús Caballero y Díaz

Pueblo de la Candelaria, Coyoacán

Ciudad de México a 10 de abril del 2018.

Jesús Caballero y Díaz
Maestro y formador de docentes

Alfredo Villegas Ortega. 01 de Mayo de 2018 07:17

Abel Roca: Imposible reconocer en unas líneas lo que gentil e inmerecidamente has escrito acerca de Un día en la vida y acerca de mí.
Tú vasta cultura, tu humildad natural y tu emoción permanente por la vida, merecen un reconocimiento especial, ese sí merecidísimo, que te debemos los que te conocemos, apreciaríamos y recibimos tu sapiencia y tu cátedra cada que te escuchamos o leemos.
Eres el normalista que muchos hubiésemos querido ser.
Eres un gran hombre, un extraordinario ser humano.
Gracias por tu cultura, tu amistad y tus palabras que, insisto, son, por mucho, demasiado para mis modestos alcances.
Te mando un abrazo muy fuerte

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