Tinto
Tarea

Cuentos en el muro

María Fernanda Vázquez Corona


Tinto

Tinto era un torito feliz que vivía en un rancho fuera de la ciudad. Tinto vivía con su padre, madre y el resto de su familia. Era verano, cuando un día su dueño decidió regalarlo a su sobrino, quien tenía una gran tristeza porque se había roto la pierna y no podría disfrutar de las vacaciones. Con apenas 14 años de edad, Salomón era el nuevo dueño de Tinto.

Cuando se vieron por primera vez, hubo una gran conexión. Tinto no sólo había hecho de ese verano el mejor, sino que fueron muchos momentos importantes los que compartieron. Salomón cuidó de Tinto, y el toro hacia lo mismo con su amado dueño. Pero cuando el joven cumplió 18 comenzó a alejarse de su fiel amigo.

Ahora, Salomón tenía más amigos que lo influenciaban a probar cosas nuevas. Tinto comprendía que no iban a ser amigos por siempre y estaba convencido de que se le pasaría y regresaría con él.

Hubo un día en que Salomón se hartó del campo y decidió huir de su casa. El joven movido e influenciado por nuevos amigos y vicios decidió fugarse a la capital del país. Tinto entristeció porque su viejo amigo había cambiado completamente y no lo volvería a ver más.

A los tres meses, Salomón regresó a su rancho. Tinto se emocionó e ilusionó porque daba por hecho que su amigo había reflexionado. El joven corrió y abrazó al toro, le alegraba verlo y saber que seguía aguardando su llegada. Salomón y Tinto pasaron toda la tarde juntos, y al finalizar el día Salomón le dio un porción extra de comida.

Al día siguiente Tinto despertó en un pequeño cuarto de madera, el cual se movía y abría paso en la carretera. Tinto iba camino a la ciudad de Salomón. El toro estaba muy inquieto pues se sentía limitado e incómodo en el viaje. Tinto se sentía raro y volvió a caer en un profundo sueño.

Cuando despertó de nuevo, se encontraba en un lugar raro. Había mucho movimiento y ruidos. Sólo escuchaba los gritos de la gente que decía “Olé”. No sabía que pasaba, andaba muy confundido. De repente se abrió una puerta que cegó al animal por unos segundos, caminó hacia el exterior y se encontraba rodeado de gente. Tinto, estaba en la plaza de toros.

Vio un pedazo de tela que se movía y lo siguió, de pronto sintió dolor. Poco tiempo después otro, ahora estaba seguro de que era sangre lo que salía de su espalda. Agonizaba de dolor, mientras la gente disfrutaba y reía. A través de sus ruidos, Tinto intentaba darle a entender con la gente que sufría. El torero ya se había cansado, tinto era un animal muy fuerte y no se había rendido.

Entonces de entre las gradas, apareció Salomón. Tinto corrió hacia él, sus ojos buscaban los de su amigo. Salomón evitó su mirada y le dio un beso. Tinto estaba confundido, dio unos pasos hacia atrás y busco por última vez la mirada de su dueño. Finalmente lo logró pero ya no había vuelta atrás pues lo habían “apuñalado por la espalda”. Su mirada vió los ojos de la traición de un “amigo”.

Elección de la foto:

Esta foto me conmueve por el contexto. Resulta que en esta foto se puede apreciar a un hombre besando a un toro. Existen varias versiones de la foto:

  • El toro había pertenecido al hombre desde siempre pero lo vendió a la arena una vez grande. Cuando el toro estaba en la arena, herido y no podía soportar más, se dio cuenta de que su dueño estaba allí y, desesperado, corrió hacia él en busca de ayuda. En cambio, recibió el beso de la traición y la muerte y fue asesinado.
  • El hombre era un activista que decidió besar al toro con el fin de evitar estas prácticas. Según esto, fundamenta que las tradiciones y costumbres de la cultura, deben de cambiar. Un beso para decirle NO al maltrato anima

María Fernanda Vázquez Corona

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