Enrique Leff
En tiempos recientes, y cada vez de forma más frecuente, ha empezado a rondar por nuestras mentes y a instalarse en nuestros deseos una pretensión: la de ser creadores de un pensamiento propio. Empezamos a escribir en nuestros textos, a inscribir en nuestros programas educativos y a manifestar en nuestras acciones ambientalistas, la aspiración a dar a nuestro pensamiento ambiental la certificación de una denominación de origen: Latinoamérica.
Más allá del orgullo que entraña tal ambición, bastaría una reflexión crítica elemental para hacernos una pregunta obligada: ¿Qué sería lo propio de ese pensamiento que hiciera de tal pretensión una aspiración legítima, en el deseo de construirnos un pensamiento que nos diera identidad frente a la crisis ambiental global?
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Enrique Leff