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LA CLASE

La lección

René Avilés Fabila


El poder, una incurable patología

La vocación del estadista, del político de altura, es la búsqueda del poder porque es la vía para que una nación avance. La lista de ellos no es larga. Algunos como Enrique IV, Maquiavelo, Jean Bodin, Richelieu, Locke, Montesquieu, Hobbes, Marx y Engels teorizaron. Otros como Lenin, Trotsky y Fidel Castro estuvieron al borde de obtener una utopía y crear un mundo nuevo. Fallaron. En la lista de grandes políticos podemos ver a Tomás Moro, Lincoln, Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Mao Tse-tung, Ho Chi-min, Kennedy. Cada uno fiel a su época y tratando inalterablemente de pasar a otra más avanzada. No son muchos los que dentro de historias convulsas jugaron un papel transformador, como aquellos audaces que obtuvieron que Francia dejara la monarquía absoluta para transitar a mejores formas de gobierno. En México, tenemos políticos liberales y masones, Benito Juárez a la cabeza, o más adelante compatriotas que arriesgaron sus vidas en la Revolución de 1910 a 1917, como figuras señeras. En estos casos, el héroe, según lo veía Carlyle, aprovecha las circunstancias que le daban las condiciones sociales, económicas y culturales que brinda la historia según Marx.

Sin embargo, no parece haber más estadistas sino analfabetos funcionales que buscan dosis de poder que les permita enriquecerse. No hay otro objetivo. En ello dejan la vida y algo peor, el prestigio. Son, eso sí, tenaces. Carecen de escrúpulos. Lo que no encuentran en un partido, lo hallan en otro, no importa si de la derecha pasan a la izquierda o buscan oportunidades en el centro. Van y vienen en desesperada búsqueda. Algunos como Manuel Camacho y su infaltable Marcelo Ebrard tenían un amplio guardarropa que les permitía ponerse el ropaje adecuado a sus ambiciones de esa semana. Si antes la regla de oro para ser gobernador o senador, digamos, era la discreción y la fidelidad perruna, ahora todos están desatados y saltan de un partido a otro. Y cuando muchos de ellos han visto que la sociedad mira con desprecio a los partidos, inventan maneras burdas o resucitan viejas costumbres como la manía de calificarse a sí mismos como independientes.

Pero no es suficiente carecer de ideología o de principios partidistas, se requiere de otro elemento conocido como tenacidad o terquedad. Cuauhtémoc Cárdenas, una vez que dejó el PRI fue candidato presidencial tres veces. Le sigue otro ex priista, Andrés Manuel López Obrador, quien tuvo que formar su propio partido para hacer su voluntad cínicamente y recurrir a un dicho lamentable: “La tercera es la vencida”.

Algunos saltimbanquis de menor tamaño como Miguel Ángel Yunes y Javier Corral son necios. Puedo entender a Javier Corral, pero Miguel Ángel Yunes quien se ha hinchado de dinero, ¿cuál es el objeto de ser gobernador? ¿Para salvar a su estado derrotando a su primo y sacando al PRI o para hacer más negocios? Este último ha llegado al colmo del cinismo al ser acusado por la inefable maestra Elba Esther Gordillo como ladrón. En estos meses hemos sabido por diversos medios de comunicación de sus escandalosos negocios turbios. Ahora va en coalición PAN-PRD, bajo la tutela de otro renegado, Agustín Basave.

El perverso magnate norteamericano Donald Trump es un modelo de bajeza e indignidad, pero tiene ideas y propósitos turbios para darle a EU, según sus propias palabras, nueva grandeza, que recupere el poder número uno del orbe, algo que no le han quitado ni la antigua Unión Soviética ni la pujante China de hoy. Es cínico, auténtico y audaz, populista de derecha, hace falsas promesas con facilidad, pero tiene una ventaja: no fue priista, como todos los políticos mexicanos.

Es posible que en Veracruz gane Miguel Ángel Yunes, ¿y? ¿Limpiará al pobre estado? No. Tendrá un pillo peor que Duarte, lo que no es poca cosa. Un hombre que, como todos, busca el poder para hacer dinero.

La nueva plaga llamada “Los independientes” acumula en sus filas a muchísimos ex priistas, pero también los hay entre aquellos que de pronto deciden mejorar sus patrimonios familiares y para todos la política en México es sinónimo de corrupción, de dinero fácil, de autoritarismo y nepotismo.

Hace muchos años visité Moscú, ya poco quedaba del sueño de los revolucionarios rusos. Fui a la casa donde vivió Lenin sus últimos días. La vajilla estaba compuesta por piezas maltratadas de diverso origen, carecía de automóvil y solía trabajar intensamente para lograr lo imposible: darle vida a una utopía, la de Marx y Engels, a la que le hizo los ajustes que su genio creyó necesarios. Falleció lamentablemente cuando el país estaba en plena convulsión. La lucha por el poder quedó entre Trotsky y Stalin. Los resultados bien los conocemos.

Por desgracia, en México las luchas no son ideológicas, son por el poder. Porfirio Díaz no derribó a Lerdo de Tejada para imponer un modelo inteligente y democrático, sin corrupción, lo hizo para sentarse, autoritario y despótico, tres décadas en la silla presidencial. El resto lo conocemos, acaso salvo Lázaro Cárdenas, Ruiz Cortines y López Mateos, no peleaban por reunir propiedades y abultadas cifras de pesos, pero los demás participan activamente no por la gastada y estúpida frase de satisfacer su “vocación de servicio”, la que no tienen, sino para asegurarles a sus descendientes memorables herencias.

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René Avilés Fabila
René Avilés Fabila nació en la ciudad de México. Licenciado en Ciencias Políticas por la UNAM (México), realizó el postgrado en la Universidad de París, La Sorbonne. Es profesor de Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana. Tiene un largo historial periodístico y dirige su propia revista cultural: Universo de El Búho, publicación que reúne un número destacado de artistas plásticos, escritores y periodistas. Ha obtenido diversos reconocimientos, homenajes y premios literarios. Por su trabajo corno periodista cultural recibió, en 1991, el Premio Nacional de Periodismo que concede el gobierno de México. Es becario del Sistema Nacional de Creadores y miembro de la Société Européenne de Culture, con sede en Venecia, que presidió Norberto Bobbio. Entre sus publicaciones, destacan las novelas El gran solitario de Palacio, Tantadel, La canción de Odette y Réquiem por un suicida (editada en España). En Fantasías en carrusel y Todo el amor se hallan reunidas la mayoría de sus historias breves, en materia autobiográfica ha publicado tres obras de recuerdos: Memorias de un comunista. Maquinuscrito encontrado en un basurero, Recordanzas, Nuevas Recordanzas y El libro de mi madre. Recientemente publicó, dentro de la edición de sus Obras completas, dos títulos más: El reino vencido y El bosque de los prodigios.

Anónimo. 31 de Mayo de 2016 09:53

René el siglo XXI se nos escapa de las manos, el poder del intelectual en el siglo XX fue duramente tatemado por los servidores del poder público, fuera cual fuera su identificación partidaria., llegado el siglo XXI ya no tenemos auditorios, públicos que se reconozcan en nuestras escrituras o discursos, ya denunciabas que eran lecturas para pocos y otros editores explicaban: quizá para ninguno.Peña Nieto no es caso único: la educación privada de los siglos XX y XXI es de un positivismo ramplón que el presidente no deja de exhibir, así como ninguno de sus bucaneros. El bien propio es el objetivo de esta nueva clase en el poder, ya no hay demagogía, ni falsos valores, menos máscaras. Hoy se vale lo que no se vale, es valor el contravalor: el saqueo, la corrupción y la impunidad son la nueva santísima trinidad de esta burguesía validada desde la cúpula del poder, las literaturas del siglo pasado, ya pasaron y los nuevos literatos abonan el piso de las bodegas de las editoriales remisas a su promoción, por lo tanto solo columnas como esta , de imposible lectura para las clases en el poder nos dan un espacio físico en la red y otro en algún naúfrago perdido en el archipíelago de la nube.La crisis educativa se advierte , como tu lo haces ver muy fuerte entre los educados en las instituciones de educación privada, parece que en esas instituciones nuestros gobernantes fueron educados para el saqueo-que es multimillonario- con cifras del capital salido en los últimos tres años que asustan, la impunidad ha hecho de los puestos públicos, las cribas por donde se fugan el presente y el futuro de los mexicanos, no hay límite al saqueo, a la corrrpción, las presuntas leyes para evitarlos son abortadas cínicamente por los futuros afectados, esta es la nueva generación el nuevo porfiriato, los nuevos cvientíficos; por el otro lado no veo a los Flores Magón del siglo XIX, ni a los Zapata y Villa del siglo XX y de ninguna manera al Vasconcelos del de la Revolución Educativa del siglo XXI. Hoy hay muchas universidades estatales, privadas, del OPus, de los religiosos y en ellas no hay educación moral, ni política, menos profesional, y de ella falta la de los profesionales urgentes para hacer la cultura del siglo XXI que haga viable el país para el 80% de los mexicanos, a menos que esto sea esa cultura y nosotros seamos los Homeros olvidados, reconocidos tal ves en el siglo XLVI.Tal vez este México sea la Troya recuperada por Schleieman treinta siglos después.

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