Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
Un suspiro es solamente un suspiro, las cosas fundamentales suceden,
a medida que pasa el tiempo.
As time goes by—versión original cantada por
Dooley Wilson,película Casablanca, USA, 1942
Hermanito James:
Me duele y sangra tú partida (24 de marzo del 2014) y me queda un mínimo consuelo: viviste la vida como quisiste y nos regalaste mucho de la misma, que deambulará con tú magnífica mirada y tus fotografías vitales, por las noches de los tiempos, todavía un rato.
Éramos un grupo de inquietos, jóvenes, descarados y desparpajados. Soportables solo por nosotros mismos. Hambrientos de saber y de ser. En el discutir, se nos fue revelando una fuente de conocimiento y hermandad sin límite de tiempo y espacio. Comenzaba en la lectura para la clase del día, se daba como debate en los seminarios y continuaba en pasillos, salas, comedores o de plano en las cantinas y cafés próximos al Casco de Santo Tomas. Presos y heridos de diversas militancias, ya las huellas precoces de los combates se hacía presentes en nuestras frases, argumentos y rostros.
Hijos casi todos de la escuela pública y muchos ya profesores del mismo sistema educativo que nos había engendrado y hecho biólogos, sociólogos, pedagogos, economistas, abogados, médicos, geofísicos, internacionalistas, profesores, etc. Vivimos el proceso de un largo curso propedéutico de casi diez meses, para ser aceptados a la Maestría en Ciencias con especialidad en Medio Ambiente y desarrollo integrado del Proyecto Integrado de Medio Ambiente del Institutito Politécnico Nacional (IPN). Formamos parte de un laboratorio grupal que nos selló a perpetuidad. Tres años, de guinda y blanco, que terminaron por definirnos y proyectarnos.
Era septiembre del año de 1989 cuando inicio todo. Año posterior a las inmensas marchas del Frente Democrático Nacional, que caminamos muchos de los ahí reunidos pensando un país distinto y el año del histórico movimiento magisterial que encaró y derrotó las medidas implementadas por el Fondo Monetario Internacional, viviendo un magisterio organizado desde abajo y sin protagonismos. Año en que lloramos colectivamente la caída del muro de Berlín.
Jaime Villanueva Sánchez fue de los últimos en integrarse al grupo. Tenía resistencias: creía poco en los posgrados. Ya había estado en alguno en Europa que no le aportó demasiado, decía. A continuación expresaba las virtudes de Latinoamérica, señalando que era el futuro del planeta. De Francia regreso enamorado de México y su cultura.
Al grupo se integró y luego ya no nos pudimos separar.
Moteros como somos los mexicanos, hubo en ese excepcional grupo de maestrantes, apodos de todos los colores y sabores. A él le tocó (y gustó) el sobre nombre de Papi, por dos razones: era un poco más grande que nosotros en edad y por su don de mando que nunca perdió, para ordenar, cualquier cosa: tacos, refrescos, cigarros o pedir una noche entera canciones de los Hermanos Zaizar, sin consultar a nadie. También fue nuestro Papi en muchos sentidos: orientador, guía, amigo y compañero.
Cuando Jaime decía algo importante (que era con bastante frecuencia), varios compañeros del grupo, nos poníamos de pie y exclamábamos, haciendo una caravana, no importando el rigor, maestro o tema de la clase.
—Chapo! (quitarse el sombreo en francés)
Moreno, de estatura mediana, peinado permanentemente hacia atrás, con lentes de marca en los que asomaban sus vivaces ojos obscuros, impecable siempre en el vestir y el hablar. Era de profesión ingeniero geofísico (en el poli todos son ingenieros decía, como siempre sonriendo y remataba: y algunos feo-físicos), egresado de Ciencias de la Tierra, escuela a la que le dio la vida entera.
Culto, siempre de izquierda—trotskista (es imposible pensar en el socialismo en un solo país, sostenía) poliglota, enamorado de la música, las mujeres hermosas y la literatura, bibliófilo, cinéfilo, experto en la Tierra y la filosofía y un increíble profesor y ser humano, que también lo fue como hijo, padre, hermano y amigo.
Era un amante de la buena vida que pasaba por el trago, la amistad, el humo, los sueños, la solidaridad, los buenos platillos y la mejor compañía. Aderezado con una moderación que le gustaba arriesgar. Para volver a ser el hombre modesto y respetado que siempre quiso y logró ser.
Nacido, crecido y ahora eternamente en Xalostoc, Ecatepec, en el Estado de México, se puede decir de Jaime Villanueva que se construyó a sí mismo. Sus padres le dieron lo principal: bases y valores, que Jaime uso para volar hacia una cultura potente y vigorosa que asomaba en cada plática, conversación, escrito o clase.
Jaime Villanueva se formó académica y culturalmente. Eso le permitió salir al mundo de su barrio obrero, del que nunca se desclaso. Él se sabía de ahí y Armando recién me recordaba recientemente, que en su casa llevaba la cultura a su pueblo (como le decía) en forma de un cine-debate.
Le gustaba el cine culto y en particular el cine italiano, idioma que hablaba con la fluidez de tanto oír a Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi, etc. en las pintas escolares en Paris de la Escuela de Altos Estudios a la Cineteca del país galo.
En mi relación de amistad con Jaime Villanueva, el tiempo definitivo, el de las cosas fundamentales que suceden, fue la fundación y operación de la primera maestría en educación ambiental de Latinoamérica. Lo vuelvo a traer a cuento.
En febrero de 1992, terminamos los créditos de nuestros estudios en el PIMADI y en marzo el rector de la Universidad Pedagógica Nacional, por la genial gestión de José Guadalupe Rincón, en recordada ceremonia, inauguró el Programa Académico de la maestría en educación ambiental.
Parecía que ya estaba todo en orden, pero una serie de eventos desafortunados nos dejó sin profesores que impartieran los seminarios. Solo dos profesores de la Unidad/095—Edgardo y José Luis— aceptaron entrar como docentes.
Rincón tomó la iniciativa, como ya lo he contado. Me pidió invitar a mis compañeros destacados. Pensé en Pepe, Alejandro y Jaime, por diversas razones, que ahora puedo resumir, con tres aspectos que necesitaba el Programa Académico que coordinaría: estructura, creatividad y sabiduría. Además de ser tres buenos y probados profesores formados ambientalmente. No es soberbio decir que no me equivoque. Además aprendí algo obvio que me ha servido toda la vida: las escuelas que se mejoran constantemente, siempre se hacen de maestros reconocidos, reales y con ganas de dar clase en la trinchera del salón de clase.
En la construcción del Programa Académico Jaime Villanueva nos brindó experiencia teórica y práctica; fue fundamental en los contenidos de medio ambiente, calidad ambiental y legislación ambiental. Su amplia experiencia en Pemex nos dio muchas luces sobre procesos, naturales y artificiales (inducidos por el hombre) en los más variados casos tratados en las clases. Echamos a andar una maestría como la que soñábamos: pública, con contenidos innovadores, gratuita, comprometida, participativa, abierta, crítica, propositiva y sustentable.
Tuve la oportunidad de trabajar con mis amigos, con los que me había formado y eso fue, más bien, una experiencia única e irrepetible.
Por más de cuatro generaciones, y en mucho gracias a Jaime, trabajar en la formación ambiental con profesores no fue una labor sino un placer, fuente de experiencias académicas y de vida.
Con el sentido de la justicia que también lo caracterizaba, en 1996 el me invitó a su Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura -Ticomán del Instituto Politécnico Nacional, a impartir Sociología a geo-físicos y geólogos. Como siempre que doy clase aprendí bastante de los alumnos politécnicos y de las lógicas institucionales de la que también es mi alma mater.
Me tocó ver y percibir a otro Jaime Villanueva— al que llamaban indistintamente: Ingeniero, Doctor o Maestro—todavía más pleno en su jefatura de departamento y académico consolidado. Rodeado de colegas y alumnos con los que tenía el trató que solo se consigue después de ver por décadas el mismo rostro.
Tanto quiso esa Escuela, que lo postularon para dirigirla. Fue cuando andaba de profesor por IPN que paso esa experiencia. Pocas veces me ha tocado en la vida ver a alguien con la ilusión de ser Director, para mejorar un ámbito académico. No sucedió. Pero sinceramente creo que la que perdió fue la institución. Perdió su pasión por la escuela que lo hizo ser.
Después ya no trabajamos juntos. Cuando le dieron el tiempo completo en el IPN, me dijo que se tenía que ir. Le explique lo vulnerable que nos ponía al perder un catedrático de su estatura. No contesto. Pero todavía impartió clase un año en la Maestría, sin percibir ingreso.
Ya lejos de lo laboral. En fiestas familiares y convivios viene a la memoria el Jaime alegre, respetuoso, franco y dicharachero. Bailando, comiendo o comentando. No se negaba a una invitación, si podía y disfrutaba la ocasión inevitablemente.
Varias veces regreso a visitarnos y nos fuimos de farra con el improvisado valemadrismo de viejos que juegan a ser jóvenes inexpertos, ya por los antros de la Zona Rosa o por las cantinas del centro histórico. Experiencias entre cósmicas y cómicas. El material ilusorio del que abreva la vida, aún en la retirada.
La última vez, hace menos de un año, con Rosaura y Alejandro, ya en el tiempo de las añoranzas, salimos de un bar y los fuimos a dejar a sus casas. Sobre todo para estar más tiempo juntos, que por otra cosa. Viajamos del centro a Coyoacán y de ahí a Azcapotzalco con los mismo temas de otras veces: que se han hecho los amigos, las inteligencias productivas o derrotadas, la ciencia del ambiente, el amor y el desamor y las pasiones inservibles y las todavía útiles. Las enfermedades aparecían en esta lista. Alejandro nos pedía que nos detuviéramos cada determinado trayecto, pero no recuerdo para qué. Nos despedimos jurando vernos pronto y revotando el cuídate mucho.
Lo mismo en las prácticas de campo y viajes, Jaime siempre fue el mismo: lo recuerdo subiendo a una lancha en la laguna de Catemaco, tomando fotos de Einstein antes de entrar al reactor de Laguna Verde, leyendo en un descanso de hotel, organizado un Guelum (porra del IPN) en el malecón del puerto de Veracruz, ponderando a Marx sobre Hegel en un congal, subiendo una loma en Michoacán, durmiendo plácidamente en un camión, explicando las placas tectónicas en una playa. Lo recuerdo en movimiento y reflexión.
La vida siempre se escurre como agua en las manos, sin que podemos hacer otra cosa que disfrutar las pocas gotas benéficas y enriquecedoras que nos alimentan, quedan o limpian. Gotas las tuyas Jaime, que se niegan a desaparecer. Que como una de tus fotografías retrata y retan a quedarse por siempre, como tatuajes del alma.
Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán
Director de Pálido Punto de Luz
cuando la memoria es buena en su comanda,bueno es el sabor del menú completo pues incluye en sus tres tiempos: la vida de maestros y alumnos que se intersectan en el gusto de aprender y de enseñar, la vocación educadora que se acentúa y pasa del aroma del aula a la brisa de la revista de divulgación, y se personaliza en este Tonatiuh que transita de la alborada al medio día con la luz de frente al encomio de su docente amigo, y ya en el crepúsculo de su nostalgia estrecha con amor las imágenes que se niegan a desaparecer: dichoso el alumno en tal recuerdo, dichosos el recordado en tan buenas palabras, maestros los dos en los bienes de su soberbia educación asi como en la gracia de los valores vividos y aqui reconocidos.Gracias Rafael.
El ánimo poético del que hace gala mi antecesor en el comentario hoy me falta, pero su ausencia no me impide agradecer las lindas palabras e imágenes del gran amigo y maestro que se nos ha adelantado. Adiós Papi, gracias Tona.
Los buenos recuerdos nadie los borra, asi tampoco se borra el recuerdo de un gran compañero politecnico y amigo
Es hermoso este artículo.
Así era Jaime, un ser extraordinario en toda la extensión de la palabra, que bello escribes Tonatiuh cuando te refieres a él, cada uno vivió en su momento cosas importantes, fue mi profesor en la preparatoria popular el mejor de toda la prepa, no saben cuanto lo ame, teníamos planes, pero el destino siempre se inter puso. A dios mi querido Jaime, siempre tuya.
Querido Tona.-Con el otoño en primavera, de Rubén Darío enorme y hermoso poema quisiera saludar a Jaime en el amplio solar del universo,creo que como te has referido a su persona, así quisiéramos hacerlo como tu sólo sabes expresarlo.Jaime fue parte de la Epoca de Oro de nuestra queridísima Unidad 095 de la U P N.Esa maravillosa etapa que me tocó vivir.Gracias a Ustedes el inteligente,expresivo y maravilloso grupo que llevo en lo mas caro de mis recuerdos. Mientras vivan ustedes, Jaime estará presente en todos y cada uno de ustedes, porque tienen lo mas caro y hermoso del ser humano LEALTAD; VERDAD Y SABIDURÍA…..Un abrazo
Guerrero Jaime Villanueva Sánchez, fue usted un autentico ejemplo en mi vida, siempre valiente, siempre fiel a sus principios, siempre en lucha contra aquello que consideraba transgredía la libertad y los derechos de esta sociedad, muchas ocasiones tuve la fortuna de interactuar palabras con usted, aun tengo los libros, las películas que me obsequio, pero mas que nada las enseñanzas no solo académicas que me han servido de lección para mi vivir. De hombre a hombre honro su memoria dándole Brío a mis ideales y convicciones que los llevare conmigo y los enriqueceré hasta el ultimo aliento. Nos volveremos a encontrar en algún lugar maestro y amigo!
Muchas gracias por este espacio Rafael Tonatiuh ya que por este medio es que me entero de esta dolorosa noticia, si usted o alguien me diese una forma de contactar a algún familiar del Prof. Villanueva se lo agradecería mucho. Saludos. kenshin_dan@hotmail.com
Mi querido Jaime, hoy me entero de tan triste noticia….
vienen a mí los recuerdos de tu amistad desde 1973, cuando nos conocimos en el curso de francés en el Cenlex de Zacatenco, Posteriormente coincidimos en fechas en el posgrado que hicimos en Francia, yo en Toulouse y tú en París. Recuerdo cuando te visitamos en ése diciembre de 1977
en París y caminamos y platicamos largas horas, componiendo el mundo. Muchos otros encuentros habían de pasar manteniendo el contacto hasta hace poco tiempo.
Donde quiera que te encuentres, te envío mis recuerdos, los más afectuosos. Hasta siempre !