Daniela Martínez García
La noche se muere tarde, obscuridad, mal tiempo se aproxima. Yo estaba en casa, dormía. Tenía 4 años, soñaba con viajes a las estrellas, con juegos y abrazos de mí mamá, soñaba con nubes sabor a chicle, soñaba con mis papás abrazándome…
—¿Mamá? ¿Papá? ¿Hay mucho frío ahí en donde están? ¿A qué se refieren con que ahora siempre será de noche para ustedes?, ¿Tienen miedo a la obscuridad?
De pronto comencé a sentir mucho frío, tuve que despertar. Toda la casa estaba obscura, el móvil que papá había puesto sobre mi cama ya no se movía. Parecía que el tiempo se había detenido.
¿Quién diría que el mundo iba a cambiar tan rápido? Salí de mi cuarto a buscar a mis papás, mi tío me sujetó y me dijo que cerrara los ojos, me sacó de la casa y me llevó al auto, ahí, me tarareó una canción de cuna hasta que dormí.
Él cree que yo no recuerdo los gritos, él cree que no recuerdo la sangre…
Ya pasaron 10 años, no recuerdo la última vez que dormí más de 2 horas seguidas, ahora todo son pesadillas. Sin embargo, recuerdo ese último sueño, mi psicólogo dice que es imposible, que yo cree esa historia para sentirme mejor, pero no me importa, sé que si él hubiera estado ahí, también se agarraría a lo único que le queda.
Daniela Martínez García
Estudiante de la Facultad de Comunicación.