Mario Korenfeld
Mi Nombre es Alexander Forst, o ese solía ser mi nombre, tengo 8 años y realmente ya no sé qué creer, no sé si esto sea el principio de mi vida o el principio de mi muerte.
El pasado, solo una palabra, pero una palabra que se ha vuelto mi única posesión en esta vida. Tantos recuerdos, tanta alegría, tantas personas, englobadas todas en mi memoria. Mi pelea inicia con el propósito de recuperar mi pasado, aunque mi futuro es incierto, cada noche rezo para salir librado de este suceso desafortunado.
Me encuentro en el gueto de Varsovia, vivo con mi madre, mi hermano David, la familia Polok, la familia Kahn, y los Levy en un departamento de 2 habitaciones y un baño. Mi padre se ha ido, parece que el gobierno alemán le iba a dar un buen trabajo, aunque no hablemos con el me imagino que le debe de ir muy bien. Por mi parte yo he seguido jugando pues lo único que se es que jugar es mi vocación, siempre trato de sonreír y divertirme mi pasión.
Hoy salí a jugar pelota con mis amigos, yo y Joseph, mi mejor amigo, caminamos en silencio hacia un patio escondido, un lugar donde nadie puede molestarnos, sin embargo, tenemos que tener precaución pues la policía alemana es muy estricta y no saldremos bien librados si ven que nos reunimos en secreto para pasar un rato de diversión. Cuando terminamos de jugar cada quien fue hacia su hogar, en el camino vi a una señora con un niño moribundo entre brazos, este es el tipo de paisajes que se ven en el gueto, pese a ese tipo de situaciones horribles y el hambre que abunda en este sitio, tango que confesar que me fascina tener tantos amigos y vivir tan cerca de ellos, a veces siento que son mis hermanos.
Me siento terriblemente triste hoy desapareció Joseph y dos amigos más, estoy empezando a pensar que las cosas van de mal en peor, antes era el hambre, después mi papá y ahora mis amigos. Cuando llegamos a este lugar me decían que viviríamos mejor. Empiezo a tener miedo, posiblemente tendré que luchar por mi felicidad y no será ni una pelea justa ni una pelea fácil.
Hoy fue un día diferente, me desperté en un mar de gritos, había un soldado alemán en mi casa agarrando a un rehén, ese era Felix Kahn, El alemán amenazo de manar a Felix si no salíamos todos de la casa y nos poníamos en una fila. La orden del policía fue clara de muy clara en cuanto a la acomodación, pues nos acomodamos de menor a mayor. El policía camino frente a todos, empezó del lado de los mayores, con revolver en mano disparo a todos aquellos que ya no podían caminar, después camino frente a los menores, un disparo entre ojo y ojo fue lo necesario para desplomar un futuro que simplemente se empezaba a estructurar. siguió combinando y tomo a mi hermano mayor y dijo la frase “este sirve”, mi madre comenzó a llorar, yo no entendía que era lo que pasaba, siguió la selección de personas que servían según estos estúpidos alemanes, tomaron a todos los jóvenes y después me tomaron a mí, mi madre comenzó a gritar que no nos separaran, el policía golpeo con el revolver a mi madre, efectivamente como yo era una de esas personas que servían dentro de la selección del alemán decidí defenderla porque es lógico que una persona nunca va a dejar de defender a alguien de su familia y especialmente a su madre, ella me dio la vida y le tenía que devolver el favor, así que golpee al oficial en los bajos él se dobló de dolor, pateé sus piernas para tratar de romperlas, sin embargo la fuerza de un niño de 8 años no da para lastimar las de un joven de 23 años, el levantó su brazo con el revólver…
No recuerdo como pasó, no recuerdo cómo es que salí librado de esa pesadilla, solo sé que mi madre murió cuatro semanas después, mi padre murió de hambre y frío, sin embargo mi hermano David logró sobrevivir. Estoy lejos de él pero, donde estoy el tiempo corre diferente, no importa la fecha, ni las guerras. Solo sé que estoy en un lugar mejor, que me tocaba pasar por esto, que fui librado mucho antes de vivir algo peor, que si el hubiera existiera sería mucho peor, estoy más cerca de dios, el siempre hace todo por algo. Desde mi cielo seguiré viendo pasar la vida de mi exitoso hermano, la vida de todo mi pueblo, y de todas las personas que viven esa vida, soy la estrella que te observa, no lo olvides.
Mario Korenfeld
Estudiante de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac.