Andrea Avilés Torres
Lea es una mujer de 35 años que ha vivido toda su vida en Jordania toda su vida. Apegada a sus tradiciones culturales está casada desde hace 20 años por conveniencia con un hombre mayor que ella por 5 años. A pesar de que no había sido su decisión ha aprendido a quererlo a pesar de todo, tiene solo dos hijos, un joven de ya 14 años y una pequeña de tan solo 7 años de vida. Han vivido de una manera pacífica en lo que cabe, ella se dedica a atenderlos y a realizar sus labores que según sus costumbres debe hacer una mujer casada.
En la pequeña región en donde vivían no tenían medios de comunicación, pero se enteraron que en Syria, el país de lado se encontraba en guerra, que las cosas estaban muy mal, pero sonaba como un tema lejano.
Un martes cualquiera, haciendo sus labores diarias, salió su hijo Ashmir y su esposo por la mañana como todos los días, quedándose en compañía de su hija; ya que de acuerdo a la cultura de la pequeña población en la que vive no puede asistir a la escuela. Como a las 12 del día empezaron a escuchar que en las fronteras del pueblo se escuchaban muchos gritos y desorden. A pesar de todo eso no se acercaron por completo por miedo. Horas más tarde, se dieron cuenta de que eran soldados gringos los que estaban causando tal desorden.
Conforme iban acercándose más a la región iban saqueando los hogares, despojando a todas las personas de sus propiedades, de todo. Lea estaba aterrada, estaba sola con su hija; no sabía nada de su hijo ni de su esposo. Uno de los jefes de la región un sacerdote les pidió que lo acompañaran a un tipo de escondite, era esperar afuera a noticias y someterse a los soldados gringos o salvar la vida de su hija.
Tomó la decisión de irse con los sobrevivientes, estuvieron escondidos por lo menos durante un mes sin saber nada, simplemente les llegaban notificaciones de que si podían salir o no. Lea, se deshacía en cada momento de incertidumbre, la mitad de su familia estaba a la deriva.
Saliendo del refugio días después, se tuvo que ir a otra región descubriendo que habían acabado con absolutamente todo lo que habían construido desde hace años. Casas quemadas, pertenencias saqueadas y destruidas, cadáveres de los que se habían quedado a defender.
¿Cuál había sido la causa del ataque? Simplemente les habían llegado rumores a los militares estadounidenses de que un presunto terrorista de Siria, el país vecino en conflicto, se había refugiado dentro de la región. Simplemente no se podían quedar con la intriga o arriesgarse a que el presunto terrorista estuviera oculto, tenían que destruir todo a su paso.
Días después descubrió que tanto su hijo como su esposo habían sido asesinados cuando buscaban al sospechoso en el lugar donde trabajaban, por más que hubieran querido esconderse no lo lograron. La noticia fue devastadora, su familia rota, destruida, una región en ruinas, vidas arrebatadas por una simple sospecha.
Andrea Avilés Torres
Estudiante de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac