María Fernanda Ramírez Zaldívar
Era el año 2007, la Guerra entre Iraq y Estados Unidos se desataba. Reclutaron a ciudadanos de todos los estados, hombres entre 18 y 29 años dispuestos a luchar por su nación.
Uno de los primeros reclutados fue Jeremy, un joven de 25 años, estudiante de derecho en una de las mejores universidades de Estados Unidos, el más grande de tres hermanos, comprometido con una hermosa mujer llamada Clarise.
Los planes para su boda ya estaban en puerta, ella ya tenía el vestido, las flores, el lugar, el pastel y los regalos, todo era mágico para la bella pareja, quienes después de 7 años por fin iban a poder casarse, pero un día hubo una carta que cambió el destino de Jeremy y Clarise.
Era martes alrededor de las 8 de la mañana Jeremy se levantó, preparó una taza de café y salió a recoger el correo, al estar revisando la correspondencia vio que había una carta para él con el escudo del ejército como estampilla postal, entró a la casa corriendo, se sentó dejó tu tasa y con gran desesperación abrió la carta,
Al comenzar a leer no pudo pasar desapercibida la frase.
“Jeremy Oswell Conrad, ha sido reclutado para servirle a su País en este tiempo de guerra, se le solicita en la armada #4 de la calle shiefield en punto de las 700 horas.”
Jeremy no pudo más que dejar la carta, darle un sorbo a su café y ponerse a pensar en qué era lo que sentía con dicho acontecimiento. Después de unos minutos se dio cuenta que debía sentirse honrado por poder representar a su país y que sería una experiencia que lo ayudaría a desarrollarse como persona, lo haría aprender y valorar todo lo que tiene en ese momento. No pudo esperar más tomo el teléfono y llamó a Clarise para darle la notica.
Al Clarise escuchar la noticia por dentro sintió un vacio, que algo no estaba bien al él irse a Iraq, tenía un mal presentimiento, pero al escuchar la emoción de Jeremy no pudo hacer otra cosa más que fingir que ella lo apoyaba, y que estaba igual de orgullosa que él por honrar a su país, ella lo amaba más que nada en este mundo, y al él estar feliz ella no tuvo más que apoyarlo y prometerle que ella iba a estar aquí para cuando él regresara, sin embargo Jeremy le pidió que adelantaran la boda para poderse ir tranquilo y poder haberse casado con el amor de su vida antes de partir.
La boda fue todo un éxito, ellos estuvieron rodeados de sus seres queridos y todos deséandole lo mejor a Jeremy que aquí estarían esperándolo a su regreso, el tiempo pasó y el momento de partir había llegado, Jeremy con una sonrisa en la cara, al mismo tiempo sintiendo una profunda tristeza por dejar a Clarise, la abrazó, le dio un beso, la miró a los ojos y mientras ella lloraba el sólo le dijo “No llores Clarise, no es un adiós es un hasta luego” Clarise tratando de contener el llanto le sonrio de vuelta, se abrazaron y Jeremy partió.
Pasaron unos meses desde su partida, Clarise en ningún momento se despegó de algún medio que informara acerca de la guerra, quería estar pendiente de todo lo que sucedía con respecto a su querido Jeremy, en el transcurso de los meses iban y venían cartas que se escribían, Jeremy contándole que la situación no era fácil, que era difícil sobrevivir pero que seguía estando orgulloso de estar ahí, Clarise apoyándolo y diciéndole cuanto lo amaba sin cansarse y que ella estaría esperándolo.
Unas semanas más pasaron, un día Clarise se levantó esperando que fuera un día como cualquier otro, sin imaginarse, que su mayor miedo estaba por convertirse en realidad. Llamaron a la puerta, ella con un vacío en el estómago se acerco a abrir, esperando que no fuera lo que pensaba, sin embargo, al abrir la puerta, estaba el coronel de la armada, Clarise rompió en llanto mientras él le ponía en sus manos la placa que contenía la información de Jeremy, le contó lo que sucedió, una bomba atacó el cuartel donde se encontraba Jeremy junto con sus compañeros, ellos estaban desprevenidos, sin armamento, fue en la madrugada, cuando los demás se dieron cuenta ya era demasiado tarde, trataron de hacer lo imposible por tratar de salvarlos, pero ya no había nada que hacer.
Clarise lloraba desconsoladamente, se comunicó de inmediato con la familia y se reunieron para tratar de hacer la pena menos dolorosa, el cuerpo llegó de Iraq, hicieron un funeral muy emotivo, algunos compañeros que ya habían regresado hablaron maravillas de Jeremy, la bandera norteamericana descansaba sobre el féretro, no había consuelo para Clarise y la familia.
Clarise prometió estar con el toda la vida, y desde el momento de su muerta ella visita diario el panteón donde se encuentra Jeremy, se sienta a platicar de lo que ha sucedido en su vida, de cuanto lo extraña, que nunca ha dejado de amarlo y de lo orgullosa que está de él.
María Fernanda Ramírez Zaldívar
Estudiante de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac