Ariadne Sahori Martínez Pacheco
Poetas locos
músicos sordos
pintores ciegos
—de eso está hecho el arte.
Y de piezas de plástico
que simulan madera.
“Este recinto está infectado”, “No salga del teatro si está en cuarentena”, algo así (o yo que sé) debería de vestir a manera de pancarta el Foro Shakespeare…
Enfermedades: que ya le dio Salmonelosis al tío; hay brote de Influenza por todos lados; van quiensa’cuántos decesos por la diabetes; cuídese en épocas de frío; niños y ancianos a vacunarse; chambra, suéter, zarape, chal; cítricos, chochitos homeopáticos, jugos antigripales –con todo y gastritis incluida–; gel antibacterial: del que te deja chiclosas las manos y del que te deja toda embarrada la mugre, pañuelos desechables; saludos de lejos y 30 minutos de medicamentos genéricos continuos en la televisión.
Cultura paranoica o responsable… Ajá, mjm, voy a arreglármelas sin ti ahora (y aquí entra la melodía alegre de una canción estúpidamente pegajosa publicada en los 50’s y covereada ad náuseam desde entonces). El ser humano y su ‘n’ cantidad de contrariedades; infinidad de cuidados para la salud (corporal) y nada para los sesos, ideales o para el “principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida” o séase, el alma. Alarmante y desesperanzador encender la televisión y ver el medio de comunicación reducido a puro show mediático, superficialidad, consumo barato, entretenimiento que nomás pudre toda luz de criterio.
Mil veces tener Rinofaringitis que padecer conformismo, indiferencia, o verse sometido a la dictadura de la estupidez en la que al poder le conviene mantenernos. Por algún extraño conjuro de chamán –al que agradezco con singular alegría–, nos queda el arte para curarnos y quitarnos del paladar el desazón que día con día ha depositado la podredumbre de contenidos chatarra.
El grupo colectivo artístico dedicado a las artes escénicas-visuales y los meros buenos petateros en la difusión del teatro independiente, Puño de Tierra lanza el anatema en contra de todo aquello que ose humillar la integridad del intelecto propio y nos invita a contagiarnos del mismo, y dice más o menos así: “Las ideas son virus”. ¡La resistencia es chula con una chingada y más si viene acompañada por dosis de teatro chido!
Porque ni buenas, ni malas, sino locas (como el teatro mismo) son las mismas encargadas de construir conciencia y reflexión. #TeatroVirus es el nombre de la residencia artística que Puño de tierra tendrá durante todo el año en el Foro Shakespeare. Puestas en escena agudas y bellas, interpretaciones artísticas verdaderas, dramas, comedias, tragedias y más son parte de la cartelera que le ofrece este colectivo artístico.
No por presumir y aprovechando al ojo lector de estas cuantas líneas, he de confesar que estoy bien pinche contagiada. Si tuviera que dar un diagnóstico sobre mi caso, la nomenclatura que llevaría sería no menos de una patología crónica, de ese calibre. Si bien he visto todas (bueno… 11 de 12 ) las puestas en escena presentadas bajo la producción de Puño de Tierra, he presenciado demasiadas experiencias que son capaces de romper cualquier paradigma, sacudir la pereza y la apatía, abrazar los ideales –empolvados u olvidados por la monotonía–, enfrentarme a la realidad en la que vivo y despertar, todo eso.
La primera puesta en escena perteneciente a esta residencia es “El Puto Peón Negro Chueco” del dramaturgo de cabecera David Desola, batuta de Fernando Bonilla y el talento de Juan Carlos Medellín. La percepción trabaja por analogías y el argumento de esta obra también. Me atrevería a decir que la metáfora y el principio de aplicabilidad también coexisten en las voraces reflexiones de un puto peón negro y chueco.
Chueco por el culo de la hija del contador que iba pasando, justo cuando el encargado de tallar su base lo hacía, poniendo su deseo en el culo y un trágico destino al peón.
Una pieza de ajedrez menor, que en teoría no debería hablar, menos escuchar; sin embargo lo hace. Reflexiona y cuestiona. Sueña con un tablero más justo, equitativo, carente de privilegios y de principios absurdos. Dialoga con todas las piezas del tablero… piezas de plástico que simulan madera, tablero de plástico que simula madera. Se reconforta en la caja del juego, lugar donde la igualdad que reside en la esencia de todos se comparte por la muerte.
Si no sabe jugar o no entiende de ajedrez, ni se angustie que es lo de menos; ahí usté aprende la lógica en la que se basa dicho juego (con sus respectivas jugadas, movimientos y toda la cosa), la lógica de su propia realidad. Y si sabe, cuestiónese, pele bien los ojos; que cuando menos sienta le estarán cantando jaque. El plus de esta historia es ver a la muerte protagonizando, jugando ajedrez… porque ¿usted se la imagina jugando ‘Parchís’ o ‘Domino’?, ¡N’ombre!, la flaca es lista, y siempre gana.
Una última advertencia, si va… ya se chingó –omita el ‘se’ y verá que cambia la connotación negativa–. El #TeatroVirus actúa rápido, los síntomas se presentan en las primeras 24 horas después del contagio y trae repercusiones reafirmantes y permanentes. Harto recomendable, beneficio garantizado, déjese de imitaciones y fraudes. Quiérase tantito, hágale un bien a esta su sociedad que tanto lo necesita e inféctese.
Ariadne Sahori Martínez Pacheco
Estudiante de la licenciatura en Comunicación de la Universidad Anáhuac