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LA CLASE

Tema del mes

Víctor Esparza


Poesía eres tú, que lees esto

Si bien aficionado a leer desde pequeño, orgulloso de las buenas notas cuando calificaban lectura en clase, y abrigado por la significativa cantidad de libros disponibles en casa, no recuerdo haber tenido contacto con la poesía durante mi infancia salvo escuetos escarceos con motivo de algún acto cívico y en los que correspondía aprender (entiéndase machetear) algún poema de manera individual o coral, para olvidarlo al poco tiempo.

¿Podría culpar de ello a la educación recibida? No me atrevo a hacerlo a falta del dato preciso de qué cantidad de poesía tuve oportunidad de apreciar durante mis etapas de primaria y secundaria. Lo que sí puedo afirmar es que la prosa como forma literaria se ha llevado mis atenciones, al punto que es mi recurso de escritura preferido y me pienso no dentro de mucho como prolífico escritor.

Vine a conocer la poesía a mayor profundidad hasta pasados mis quince años y a manera de música en los cantares de intérpretes de Trova y Canto Nuevo: Caminante no hay camino de Antonio Machado en voz de Serrat, Te quiero y No te salves de Mario Benedetti por Nacha Guevara y Mexicanto respectivamente, además de las poéticas composiciones de Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute, tan sólo por mencionar algunos ejemplos. Queda como resultado de aquellos mozos consagrado Benedetti como mi poeta preferido, encontrando en muchos de sus poemas mis sentimientos vueltos palabra: Táctica y estrategia, Hagamos un trato, Chau número tres, Corazón coraza y tantos más.

Ya ahora ‘viejo’ (que ni tanto) he estado tan expuesto a la poesía que me resulta corto el tiempo para empaparme de tantos autores, populares y no, que mediante versos han expresado amor, odio, alegría, tristeza, esperanza, derrota, ánimo, desespero… No se diga, con tristeza, conforme han ido muriendo algunos de los exponentes del género, como los cercanos casos del joven mexicano Sergio Loo y del argentino Juan Gelman. Menciono un par de poetas a quienes he agregado a mi club de predilectos: el español Luis Cerduna, miembro de la generación del 27, y el chileno Claudio Bertoni, además fotógrafo y artista visual que contagia de inmediato su peculiar humor y acidez.

No quiero pasar de largo lo importante que resulta tener claro qué entendemos por poesía para poder involucrarnos en el gusto por ella, y quizá ese es uno de los errores de nuestro sistema educativo: imponernos una visión aprisionante, medida, exclusiva y en ocasiones hasta barroca del género. Nos dice el brillante maestro José Emilio Pacheco —de quien también tuve la fortuna de beber su poesía en fechas recientes, poco antes de su deceso— con tremendo acierto y flamante forma poética que

Poesía no es signos negros en la página blanca.
Llamo poesía a ese lugar del encuentro
con la experiencia ajena. El lector, la lectora
harán o no el poema que tan sólo he esbozado.

Es el cineasta ruso Andrei Tarkovsky en donde encontramos una idea de poesía que, llevada a la vida, estoy seguro empujaría la revolución no sólo literaria sino de conciencias: «La poesía es para mí un modo de ver el mundo, una forma especial de relación con la realidad. Vistas las cosas así, la poesía se convierte en una filosofía que acompaña al hombre durante toda su vida».

Qué dicha la de aquel que pueda ver la vida con los ojos de la poesía, encontrando en cada evento una rima y cadencia para aprender, degustar y declamar. Nos corresponde como educadores contagiar a quienes nos rodean con el gusto por la poesía como una manera de vivir más allá de versos escrupulosamente medidos para volverla —tomo palabras del escritor mexicano Hugo Gutiérrez Vera— un artículo de primera necesidad.

Víctor Esparza
Nacido y radicado en Monterrey, Nuevo León (1979). Involucrado en estudios de Humanidades desde 1995, egresado de la Licenciatura en Psicología por la Universidad Regiomontana (2012). Escribiendo actualmente para Espacio Blanco y cursando la Lic. en Gestión Cultural en la UDGVirtual.

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