Escribiendo_a_maquina
Deserciones


Alfredo Villegas Ortega


Habiendo tantas hojas...

He´s a real nowhere man
sitting is his nowhere land
making all his nowhere plans for nobody
Lennon/ Mc Cartney

Empieza a escribir, me dije, llevas un buen rato sin vaciar tu interior, tu pasado, tu sueño, tu idiotez o lucidez en una hoja. ¿Pero de qué chingaos escribo, a quién me dirijo, desde dónde lo hago? Hay tiempos para la risa, la imaginación, el análisis, el recuerdo o el deseo. Hay lugares, así, para un cuento, un ensayo, una crónica o hasta una poesía. Ahora mismo no sé en qué tiempo y desde dónde he de escribir. No tengo una historia, ni un proyecto, ni un sentimiento. Mis escasas neuronas no encuentran un asidero, una senda, un algo que comunicar. Mi sentimiento e imaginación son tan parcos, ahora, que parezco un simple centinela del tiempo, un simple vigilante de las circunstancias, ésas que sólo ocurren, que sólo están, de las que no eres dueño, vamos, ni siquiera un invitado. Estás ahí y ocurren, contigo, sin ti y a pesar tuyo.

Es frustrante esperar a que aparezca una idea, un vaso comunicante, una emoción. Quisiera estar ahora iniciando un gran proyecto. Quisiera decirles, ahora, que por fin he terminado mi noveleta de amor que por años no encuentra un final. Ni siquiera sé si valga la pena, ni siquiera sé si, efectivamente, sea de amor. No sé qué tan cursi o irreverente; tan formal o tan imbécil; tan ortodoxa o poco seria; tan intento válido o esfuerzo estéril; tan convencional o personal resulte esa novelilla. Si fuera algo serio ya la hubiese, seguro, terminado. Acaso sea mi pretexto para escribir unas cuantas cuartillas sueltas, como éstas. Al saber que no la puedo terminar, me refugio en lectores-amigos, como ustedes para alimentar mi interior, para saber que hay alguien que lee a otro como yo que tiene una gran pasión por escribir que no siempre se corresponde con el talento necesario para hacerlo. Aquí, al menos, hay una certeza: Me gusta mucho escribir, aunque no siempre encuentre un motivo, tópico o historia interesante para hacerlo. Como ocurre ahora mismo.

Habiendo tanta belleza en el mundo, ¿cómo es posible que no logre atraparla en unas líneas? No toda la belleza, claro. Si al menos una parte de ella pudiera traducirla en líneas interesantes, propias, sensibles, podría estar —ahora— escribiendo una poesía a la mujer, a una mujer, blanca o morena, joven o madura, de pelo ondulado o lacio, de caderas anchas o de hermosos ojos.

Habiendo tantos sentidos interesantes, podría escribirle a la vida, e imitar los latidos de la gente que sabe vivir; podría escribir de un personaje, de un estandarte, de una época; si pudiera conectarme, si supiera más cosas, seguro deslizaría vehementes líneas en la hoja acerca de un soldado anónimo, de un guerrillero honesto, de un viejo parlamentario útil, mordaz, temerario; si no tuviera tantos prejuicios y no fuera tanta mi ignorancia, indagaría más acerca de los excluidos, de los renegados, de los apestados y quizá contribuiría a hacer parte de la historia que nadie cuenta.

Habiendo tantos bellos recuerdos, podría quitarles, por un rato, prestadas, las sonrisas a mis hijos cuando chicos, y proyectarme en su inocencia para hacer poesía vital. 

Habiendo tanta miseria, desigualdad y tantos sueños colectivos que se truncan, ya hubiera construido una propuesta, ya hubiera señalado algún camino. Pero no: la palabra orientadora, la línea sugerente, la prosa cautivante y congruente, el esbozo mínimo de plataforma o de ideales comunes, simplemente, no aparecen.

Podría, haría, escribiría…ah, qué cómodo es reposar en la quimera, qué triste sentarse a escribir y no poder decir nada…

Habiendo tantas hojas en blanco y no poder llenarlas de vida…

Alfredo Villegas Ortega
Maestro en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional y Académico de la Escuela Normal Superior de México.

Jesus caballero. 13 de Febrero de 2014 21:50

Miguel se pasó una vida atrabancada, le tocó en el juego de la oca,caer en todos los pozos propuestos, lo salvaban a veces, otros que ocuparían su lugar, bachiller a medias, con una díficl vida familiar, en domcios y trabajos cambiantes escapando por milagro de la justicia, reivindicando honras familiares en comprometidas y azarosas vidas se atrevió a no dejar sin oscurecer las blancuras y dibujar con su prosa castiza los ires y venires de un manco soldado que confundido entre los naúfragos de una galera viviese prisionero de sus enmigos bereberes,y recuperado en sus lares, descubrir el paisaje humano de la corte de Felipe III, precisamente en los rediles de un Madrid recién titulado capital de España. En comedias y entremeses recuperó los pequeños dramas que animaban las conversas, las tertulias y los condumbios de golillas, chupatintas, covachueleros, gitanos y gitanillas, aspirantes a nobles por la gracia de un empleo de insignificante cortesano y fingiéndose invisible licenciado, perro confesor de otro perro que como tales tenían las callejeras libertades de cambiar de amo cuando los palos y el hambre se lo merecían, o como debió haber sido teatrero en villas y poblachos de poca monta, hasta que ya viejo y acosado por sus comparsas decidió encerrarse para hacer su autobiografía y como todas las autobiografías, usó las artes aprendidas entre los judíos conversos para hacerse valer como un castellanos por los cuatro costados, enlazó metáforas, refranes en locas aventuras, que no por orates dejaban de tener su cosquilla, escribió como contó en las cárcels que lo retuvieron por su mala fortuna, asi como en las posadas tabernas por las que su paso amargo le obligó a la comparsa con gentes de todas cataduras, tan al pelo le salió, que no le faltaron imitadores que quisieron gozar de su fortuna, al cabo el hombre que vivió en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no pudo acordarse, nos dejó el recuerdo de una escena que contaba el acto medio de una nacional tragedia que se cernía sobre la piel del torouq nor ello perdía el brillo del siglo de oro de las letras españolas, por cierto compartido por otro genios de su propia cofradía,como Lope y Tirso. Leí por algún lado que la llamaban “El PARNASO” que fue no fue por cierto el difunto lugar librero del Coyoacán del siglo XX, Asi que ánimas del pugatorio, pronto tendrás la edad de Cervantes y la gana de no dejar pequeño drama del cual mostrar su grandeza y de catastrófica tragedia que escape de tu risueña y diálectica comedia, los buenos vinos, no son jóvenes, aunque con el tiempo lo añejo sabe a podrido, ya sabes a quén me refiero, ni modo el hermano de Cain ya ve caer la madíbula de burro sobre su crisma. P.d. abre el tintro abuelito y sácale sus letreros…Tu amigo Xss.

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