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Manual de Perplejos

Alfredo Gabriel Páramo


Machismo y discriminación

Como con el racismo, que nomás no se nos pega la gana darnos cuenta de que existe, el machismo y la discriminación hacia la mujer siguen dificultando la vida de la mitad de la población y siguen continúan corrompiendo nuestra sociedad.

Es triste ver cómo mucho de la discusión sobre este tema, en lugar de centrarse en causas y formas de machismo, se desvía por los meandros de las discusiones bizantinas de si son las mujeres las principales promotoras de estas conductas, que si también hay machismo inverso, y otros temas que realmente no llevan a nada.

Me ha ocurrido en muchas ocasiones, lo mismo en el Distrito Federal que en Guadalajara, Monterrey, Oaxaca o Cuernavaca, cuando acompaño a alguna mujer y ella pide algún servicio considerado como “masculino”, por ejemplo, referido a finanzas, autos, computadoras o electricidad, invariablemente la respuesta se dirige a mí, como si la mujer no pudiera preguntar sobre esos temas, como si no fuera a entenderlos.

Este problema de machismo va mucho más allá de decir, torpemente, “todos y todas”. Se trata de un asunto cultural que va trasmitiéndose de generación en generación, con niñas que no pueden jugar ciertos juegos o con determinados juguetes, con niños que no pueden llorar porque eso “es de niñas”, con explicaciones profundamente torpes de porqué las mujeres son mejores para cuestiones de corazón que los hombres.

En el fondo, para nuestra sociedad pareciera que la mujer debe continuar sometida al hombre. Hace poco una cadena televisiva nacional presentó su equipo de trabajo, donde incluían un buen número de mujeres no usaban trajes sastre, sino ropa muy escasa. “No me importa lo que digan, están para que las disfrutemos”, dijo uno de los presentadores, en un comentario que pretendió ser simpático.

Hay que darnos cuenta de que creer que la belleza y la delicadeza son las principales cualidades femeninas es mantener la discriminación. Hay mujeres feas y qué bueno que existan, porque también tienen derecho a ello, así como hay mujeres que no son tiernas ni sueñan con verse rodeadas de hijos y nietos para que su vida sea plena.

altaircuatro@gmail.com

@lavacadiablo

Alfredo Gabriel Páramo
Profesor, periodista, escritor. Twitter @lavacadiablo www.karacteres.com

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