Alfredo Gabriel Páramo
“¡Ah! ¡Pero qué bien escribe Vicente Leñero”, exclamo en voz alta en un autobús que va llegando a la ciudad de Puebla, luego de terminar de leer “Aquel San Pedro mío de los Pinos”, artículo que forma parte de Periodismo de emergencia, crónicas, reportajes, entrevistas, libro publicado por Debate (2007) y que es una reedición de Talacha periodística (Grijalbo, 1988).
Algunos pasajeros del autobús (los que no dormitan o miran embobados una película de amor pésimamente doblada al español) voltean a mirarme con esa expresión entre inquisitiva y molesta que suele dedicarse a la gente extraña. Me dan ganas de explicarles las razones que me hacen asegurar que Vicente Leñero escribe muy bien.
Su prosa es precisa y, sobre todo, comunicadora. Logra en pocas palabras, sin exceso de adjetivos, situar al lector en el alma misma del protagonista de la historia, que puede ser el periodista con los pies doloridos en una entrevista colectiva al subcomandante Marcos, una novia cursi enamorada del cantante español Raphael en el México de los años 70 o un pequeño guía de turistas en Pátzcuaro.
Leñero logra esta empatía, esta única forma posible de telepatía según Stephen King, por el dominio en la redacción periodística que posee al autor del Manual del Periodismo, ex jefe de redacción del semanario Proceso y antiguo estudiante de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García”.
Aunque nació en Guadalajara, Jalisco, Leñero ha vivido toda su vida en la Ciudad de México. Estudió ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México llevado por la idea de que necesitaba una carrera “para ganarse la vida decentemente”, pero aparentemente sin demasiado interés, pues en Los periodistas recuerda que el ingeniero y luchador social Heberto Castillo se molestó con él ya que en lugar de ponerle atención en clase se dedicaba a leer alguna novela.
Estudió periodismo como segunda carrera en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, en la que tuvo como compañero a Manuel Pérez Miranda, profesor de redacción de generaciones de periodistas y autor de varios manuales de géneros tales como entrevista y crónica. Leñero trabajó en la Revista Señal, Claudia, Revista de Revistas, Excélsior y Proceso. Sin embargo, su labor en la literatura no se cierra en el periodismo. Por el contrario, es un reconocido dramaturgo del que el estudioso John Brushwood (muerto en mayo de 2007), dijera que posee un trabajo innovador en las técnicas narrativas, que se ve en obras de teatro tales como Pueblo rechazado (1968), Los albañiles (1969), Compañero (1970), Pueblo rechazado (1968), Los albañiles (1969), Compañero (1970), La carpa (1971), El juicio (1972), La mudanza (1979), Alicia tal vez (1980, La visita del ángel (1981), martirio de Morelos (1981), Pelearán 10 rounds (1985), Teatro documental (1985), Jesucristo Gómez (1986), Nadie sabe nada (1988).
Pero una vez más, ese Vicente Leñero “que escribe tan bien” no se queda en periodista y dramaturgo. También ha escrito novelas en ese estilo inaugurado por Truman Capote con In Coold Blood conocido como novela de no-ficción, entre las que destacan La gota de agua y, sobre todo, Asesinato así como novelas de crítica social de la calidad y compromiso de El Evangelio de Lucas Gavilán donde el autor, católico que jamás ha ocultado su fe, pone a un Jesucristo que vive en un basural.
Entre sus incursiones al cine destaca, precisamente, otra obra polémica para los católicos, pues fue Leñero quien realizara el guión de El crimen del padre Amaro, la película ambientada en ese México pre/postmoderno actual, sobre un original de Eça de Queiroz.
Para conocer un pueblo es necesario pasear por sus calles, comer en sus restaurantes populares, entrar en sus casas y festejar sus fiestas. Por ello, creo que leer a Vicente Leñero hoy sigue siendo una buena recomendación para cualquier lector latinoamericano que desee, por un lado, una prosa clara, comunicadora, viva y, por otro, que le interese entrar en las profundidades de nuestra alma latinoamericana.
Alfredo Gabriel Páramo
Profesor, periodista, escritor.
Twitter @lavacadiablo
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