Joel Ortega Juárez
Apunto del final de 2013, en casi todo el mundo cristiano y también en los otros, suelen hacerse recuentos de lo ocurrido en el año que concluye y proponerse metas y hasta nuevos hábitos para el siguiente.
Este 13 estuve al borde del abismo y también la mamá de mis hijos menores, por diversas causas, además de que tuve que concluir un ciclo en la UNAM víctima de la estructura clientelar que tiene atrapados a los docentes en una camisa de fuerza que se les impone por los caciques que controlan el poder inmenso de la burocracia universitaria.
En ese sentido es un alivio que finalice este año.
Pa’ acabarla de amolarme topé con Slim.
Como millones de personas soy “cliente” de la telefonía monopolizada por Carlos Slim, agraciado beneficiario de la privatización de Telmex por el gobierno de Carlos Salinas.
De manera abrupta me cortaron la línea de mi celular bajo contrato de Telcel, arguyendo que tengo un “saldo vencido”. A pesar de haber pagado a tiempo los casi mil pesos que pago mensualmente, hace casi 20 años, lo que significa que solo por celular he contribuido con unos 250 mil pesos a la inmensa fortuna de este “mexicano emprendedor”, sumados a otros tantos de telefonía fija, más los de mi familia nuclear, le hemos aportado un millón de pesos.
Los anarquistas decían, con toda la razón, que la propiedad es un robo. Las privatizaciones, todas hechas por gobiernos priistas, han sido un desastre para la mayoría de la sociedad. Nunca he entendido a los “izquierdistas” que añoran al viejo régimen, incluido el cardenismo.
Todo el Estado autoritario ha sido un baluarte del modelo capitalista mexicano que ha tenido el nefasto resultado de una de las peores desigualdades del planeta.
Esta es la gran desgracia de los trabajadores mexicanos y de una opción de cambio social radical.
Es el colmo que además de todo los priistas cuenten con el respaldo de esos “izquierdistas”.
Las del gobierno de Salinas, Telmex e incluso el transporte urbano de la Ciudad de México como era Ruta 100 durante la gestión de Manuel Camacho (quien hoy se desgarra las vestiduras “contra” la reforma energética) también la de Imevisión otorgada a Salinas Pliego y luego con Zedillo la de Ferrocarriles Nacionales y desde siempre las de las minas, sin olvidar las de la banca con De la Madrid y muchas más incluso durante el sexenio nefasto de Echeverría.
Hoy Enrique Peña Nieto abre la inversión, sin tapujos, del capital nacional y extranjero en Pemex, retornando a lo establecido por Lázaro Cárdenas, se trata de una reforma típica del llamado consenso de Washington, que para colmo está día y se produce luego del fracaso del modelo neoliberal. La restauración del PRI está resultando nefasta, esa es la cuestión fundamental y principal del gobierno de Peña Nieto no la frivolidad de su persona a la que absurdamente se dedicaron las críticas intrascendentes.
Además de lo anterior, durante este año han vuelto a impedir que el Zócalo sea un espacio para la oposición. Se han vuelto adueñar de él, el PRI, sus gobiernos y el PRD, el Gobierno del DF y Morena.
La restauración priista está avanzando más de lo imaginado.
Esperemos frenarla en 2014.
Joel Ortega Juárez
Economista y pensador social