Nicanor Reyes Carrillo
“…lo que no nos contarán es que nuestros locos, nuestros asesinos, salen de nuestro modo de vida actual, nuestro buen sistema norteamericano de vivir y morir.” ( Bukowski, 55:2001)
Para poder hablar de un acto cualquiera que sea se necesitan por lo menos tres versiones distintas, pues si solo nos remitimos a una el objeto está sin fondo, sin forma, sin esencia, fuera de sitio, con una cara plana, casi inatrapable, como si al momento de querer tocarla se esfumara, parecido al gato de Alicia en el país de las maravillas, ese personaje tan raro que es humo, voz, solo una sonrisa dibujada en el espacio, que guía y pierde al mismo tiempo; Lewis Carroll sometió su propia locura a una prueba de fuego, el tiempo se volvió parte paranoia, parte placer, la tensión se hizo vida y la gente se hizo objeto, la mujer madura una tirana y Alicia se quedo niña, dudosa, benévola, ingenua, adolescente perpetua. Pero mi reflexión estriba en que este mundo ya no es un cuento, los personajes son reales, se vuelven tangibles y sobre todo fugaces, las acciones humanas se volatilizan en una llama de bits, de clicks, en un universo virtual, ser o no ser esa es la cuestión.
Una vez que terminó el partido de fútbol entre el América y el León por el campeonato nacional (en México 2013) se asomaron cosas que nadie quería ver, que pocos entendieron, y mucho menos se analizaron, pero que fue una lección de poder como en los buenos tiempos de los fascistas en el siglo pasado, nuevamente el deporte fue un escenario de la manera en que se puede gobernar a un pueblo, se puede manipular los medios de comunicación y se mide el músculo para determinar órdenes en la producción de cosas, ideas y ciudadanos. Como decían nuestras abuelas: lo interesante de comer mole es reconocer o adivinar los ingredientes, cocción, sazón, pero sobre todo lo que le faltó para saber mejor.
Los párrafos anteriores parecerían desconectados, pues son miles de cosas las que se deben de plantear en un fenómeno social tan fuerte como lo es el fútbol en nuestro país, tan digerible o banal para muchos, pérdida de tiempo para otros, pero que a mi parecer se debe de tomar con calma, en su debido momento y con un guante de asbesto que nos impida quemaduras o insultos de aquellos que se sientan trastocados por la lengua y las palabras de los pacientes homo videns. Trataré de que mis palabras sean certeras —casi nunca lo logro— claras y sobre todo puedan explicar algo que parece la punta del iceberg.
Cada planteamiento tendrá su propio escenario y al final serán tres: el partido como vida de un fanático, el partido como medio de poder visual, el partido como asentamiento ideológico de poder. Espero con esto rendir honor a la seriedad y sino por lo menos me quitare un fantasma que me ha comenzado a seguir desde hace unos cuantos años, espero nunca me alcance pues no me gusta la barbarie de unos cuantos brutos sobre la gente, el paisaje y la tranquilidad.
Para la gente lo importante fue poder salir a la calle y traer la camisa con los colores de su equipo, demostrar que existe un arraigo con sus correligionarios, los que pudieron obtener los boletos eran la envidia de la cuadra, los héroes de su familia, los reyes en el bar, la cantina o en el trabajo, hay que cantar a todo pulmón cuando se vaya perdiendo o cuando se gana. En ocasiones hasta algunos lloran por ese momento, se acabó la máscara, la hipocresía vamos a ver el partido, traer la botana, la cerveza, invitar a los amigos aunque sean del equipo contrario.
Apostar la cabellera como un reto máximo de fanatismo, dinero cuando se tiene la posibilidad económica o se obtuvo la tanda que por cierto la esposa espera pacientemente, todo por la bandera, los colores y el gusto de ser un aficionado de hueso colorado. Tanto los panzas verdes como los cremas de Coapa se sintieron arrobados por el momento, la disputa no era un momento cualquiera, se trataba de la final, ganar daría a algunos un premio después de haber subido de segunda división y para los otros sería el bicampeonato; eran como decían los comentaristas un partido con morbo, lleno de dudas y con jugadores profesionales. En los puestos de periódico, los titulares hacían que las miradas voltearan, hasta el que no le gusta este deporte se enteró del suceso, al abrir el portal en internet había notas y encuestas de salida para dar un posible ganador, en los bares o cantinas se anunció con anticipación el 2 por 1 el día del juego.
Por cierto que en esas fechas se jugó el tazón azteca y los jugadores mexicanos le ganaron a los gringos (Diciembre 2013), con jugadas enormes, pero al igual que otras disciplinas deportivas quedan en segundo plano cuando hay una final de balompié en nuestro país. Los niños triquis son chistosos, aventados o curiosos, los jugadores de basquetbol son arrojados y valientes y no se diga de los taikwuandoines, o los jugadores de los paralímpicos pero…
Al interior de los hogares las personas tenían una duda para poder ver su partido de fútbol, muchos no tenían acceso a la televisión de paga, el partido de ida solo se vería en pago por evento, internet o en un bar. Hacía unas cuantas semanas antes se había aprobado una ley (Ley Federal de Comunicaciones y Contenidos Audiovisuales), misma que obligaba a las televisoras en señal nacional y abierta la transmisión de su programación a todo el país sin importar la forma en que esta llegara al usuario pues era una concesión del estado, la pugna se situaba entre tres personajes Emilio Azcárraga ( Televisa) Salinas Pliego(TV Azteca ) Carlos Slim (Dish, América móvil, etc.) y ninguno de los antes mencionados quería perder pues antes se habían anulado comercialmente en sus respectivos cotos de poder. Por cierto que todos han tomado su riqueza del Estado Mexicano como garantes salvadores de instituciones en quiebra. Pero el punto es que un solo partido de futbol puso en jaque y en crítica las maneras en que operan sus empresas. Ya sea con comentarios directos para ceder la señal al público así como una renuencia para cederla pues el canal de trasmisión era externo (FOX sport).
Al final del encuentro de ida se supo que fue el juego más visto en toda la historia del fútbol mexicano, que la audiencia estuvo en muchos países fuera de nuestras fronteras, y la cantidad de televidentes fue de millones, pero su servidor se pregunta que le puede importar a un argentino o chileno promedio que gane un equipo mexicano cuando ellos tienen sus propios equipos y liga, el poder estriba en las empresas que tiene el hombre más rico del mundo, una buena señal de lealtad es ver ese juego en específico —porqué lo manda el jefe—, parece un rumor de pasillo, un chisme de banqueta, hasta una acusación necia no obstante las bocas y los aparatos encendidos no mienten.
La internet jugó su papel con un golpe mortal, el rating se movió como pez en el agua, los cibernautas se convirtieron en un objeto de lucha, la generación de ninis tuvo una presencia gigante en una batalla comercial global. Al mismo tiempo en las calles la violencia y los carteles de la droga asolan el paisaje, bendito fútbol, que alejas de las calles a la juventud y los hundes en las pantallas de plasma, en el tecleo interminable de caracteres binarios, los cesares de la comunicación dejaron que el circo fuera vistoso, que la emoción de la victoria y la derrota embriagara al pueblo. Una mentada de madre para todos pues el descalabro se hizo patente, ganó el León señores, es el campeón, la tecnología soporto los embates y los tiranos se saludan o se aplauden. La demagogia virtual nos alcanzó con ese halo a putrefacción radiante y blanca, que impide el parpadeo o la negación de los objetos ahí ambulantes y nunca aprehensibles.
Antes de la entrada a la cancha se mostraron los amuletos de la suerte de los jugadores, tanto de los capitalinos como de los del bajío, banderas, santos, vírgenes de Guadalupe, crucifijos, cantos, recemos todos para ganar el encuentro, hagamos de este partido una bendición. Jugar con una playera rosa, lejos del rojo socialista y lejos del blanco mocho, demócratas de centro, tibios, moderados, la bandera de los que pueden estar en todo y con todos: sobre todo en el interés de la ganancia. Las personas grandes veían con pleitesía esas escenas, esos son buenos pues están cerca de Dios hasta para ese juego, viva Cristo Rey se escuchaba en las gradas, nadie dijo nada, el yunque existe señores…cantemos el rey.
Ni en los tiempos más oscuros en la España de Franco (en el Real Madrid)se veía ese arranque de misticismo, esa fé en los rostros, tanto en el partido de ida como en el de vuelta hubo paz, armonía y rezos, la porra del León saludaba a los vencidos, les bendecía, los de Tepito les mentaban la madre o les enseñaban el dedo de en medio con coraje y lagrimas, la porra crema luchaba contra la monu: traidores por aplaudir al ganador, vendidos le gritaban a Sambuesa, al Maza a Layun. El Piojo Herrera salió enojado lanzando pestes, Matosas lo abraza y lo calma. Al otro día se disculpa, me calenté es parte del juego.
Se leía en los titulares del día siguiente Azcarraga felicita a Slim por su triunfo en el fútbol, fue el triunfo de la derecha, todos los ricos ganaron excepto la gente, sigue la pobreza, las reformas sin forma ni fondo, las concesiones de las minas, de los recursos naturales, la fuga de los grandes capos (Chapo Guzmán), se les devuelve su dinero mal habido (Raúl Salinas), su libertad (Caro Quintero), se siguen fugando los zares de la droga, se matan presidentes municipales; La tuta (la familia michoacana) se enseñorea en una entrevista descarada (Canal Fox por cierto), se reparten despensas y aguinaldos con mensajes de los carteles en los pueblos arrasados por el propio narco.
Señores es una tragedia, hay un campeón del fútbol, murió el rey viva el rey, la ideología de los poderosos está en su clímax, las banderas no tienen suásticas tienen nombres de empresas, de objetos, la propaganda de guerra es sutil, el mercadeo acarrea los trenes de gente hacia un destino extraño, todos ven que está pasando pero nadie lo quiere mencionar. Los cadáveres se acumulan en fosas clandestinas, la gente sigue viendo la tele, compra su celular y ve como se lo roban en el microbús; no hay gueto, hay naciones de desplazados, de moribundos, desterrados y listos para estar detrás de un mostrador por unos cuantos pesos.
Disculpen por esta no tan grata visión de mi pueblo, pero está pasando lo mismo en otros lados con otros nombres, con descaro, la sonrisa y el gel no tiene color de piel, no mandan los títeres sino las empresas y los tiranos de la especulación, no hay futuro para muchos y las pensiones se juegan en las bolsas de valores. Lewis Carroll vive entre nosotros como un fantasma sempiterno, como la gota de agua en el condenado, todos somos un huevo en una barda tratando de equilibrar nuestra vida y forma de pensar. El mundo debe ser un lugar mejor, un momento para estar felices, deporte si pero con tu familia, con los amigos, en donde las banderas y los colores no sean barrera sino unión.
Nicanor Reyes Carrillo
Estudiante de la Maestría en Educación Ambiental, X Generación.
Muchos factores alrededor de un fenómeno social como lo es el fútbol excelentemente descritos sobre una propia perspectiva, que concluyes contundentemente con un: -“no mandan los títeres sino las empresas”….; que puede hacerse evidente en casi cualquier aspecto de nuestra realidad.
Un abrazo
DF
No puedo dejar de comentar, que aunque todas las personas tenemos necesidad y gusto por entretenimientos como lo es el fútbol y que sin duda, cualquier situación desafortunada a alguna persona nos puede “llegar”, como lo es una lesión, en este caso al futbolista clombiano Falcao; me parece fuera de contexto, que el presidente de dicho país junto con su esposa, viajen hasta Portugal en donde se recupera el señalado jugador, para visitarlo. Existen tantos factores adversos en todos los paises de América Latina (como en prácticamente todo el mundo), como para que un lider político le de una importancia tal……