Visa_al_paraiso
Sala de Maestros

Maestros en la historia

Jesús Caballero y Díaz


Un nornalista mexicano desafía a la Gestapo

Tiempos eran de la segunda guerra mundial, Hitler con la consigna de “Alemania sobre todo el mundo” (algo así como Deutschland uber allen” de oidas) invadía países europeos, iniciaba la persecución de los judíos, se aliaba con Mussolini y el fascismo italiano, así como con Francisco Franco y su régimen antirrepublicano en España. La guerra tenía dos frentes; uno era la acción bélica de los países extranjeros y otro la persecución de los enemigos de raza, de ideología, de religión, de filiación política, lo mismo en Alemania que en los países aliados y en los ocupados militarmente.

Muchos europeos habían perdido empresas, empleos, situaciones profesionales, proyectos de investigación, de difusión cultural, de actividades artísticas, actividades religiosas, además estaban sentenciados a la prisión y a la muerte.
En los países ocupados se implantaron regímenes adeptos a las causas nacionalsocialistas y fascistas y también secundaron esa persecución, esos perseguidos hubieron de esconderse, de fugarse, de buscar el modo de salvarse, de trampa en trampa hubo quienes se la jugaron a favor de ellos y el gobierno mexicano del general Lázaro Cárdenas cobró la dimensión humana de la tragedia y ordenó un esfuerzo mayor para salvar a quienes se pudiera.

Mis amigos criollos, hijos de los españoles republicanos refugiados en México me contaron como ellos y sus familiares pararon en el campo de concentración de San Juan de Luz, Luis Suarez en el libro “España comienza en los Pirineos” hizo una crónica minuciosa de la salida de los intelectuales , científicos, artistas, profesionistas, políticos republicanos, militares, simples paisanos que cruzaron la frontera con Francia y ahí con el gobierno aliado a los alemanes vivieron epopeyas, apoyados con apuros por miembros de la resistencia francesa que operaba bajo cuerda y que finalmente había de dedicarse a la lucha natinazi, así fueron llevados a campos de concentración temporales en puertos dela costa francesa del Atlántico. En casa, pasados los años hubo reuniones con refugiados que contaron con detalle la pérdida de los padres, los hermanos y las congojas de quienes querían salir sanos y salvos de la Europa en guerra.

Se cuenta que Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas entre otros conversaron con personajes del gobierno cardenista y tuvieron acceso al presidente para informarle de la gravedad de esta persecución, Cárdenas como otros políticos americanos buscaban la manera de apoyar a todos, se veía la imposibilidad de abarcar el conjunto, pero también la obligación moral de hacer lo necesario para salvarlos, se cuenta que Gilberto Bosques, un amigo del presidente le dio los pormenores precisos de la situación en Francia y la orden se dio apoyar como se pueda a la protección de los perseguidos.

Gilberto Bosques aceptó la encomienda de enviado personal del presidente Lázaro Cárdenas y en 1939 se trasladó a Francia con esposa e hijos, se ocupó del consulado de México en Paris y comenzó a informarse de los hechos concretos de la situación, con amplios poderes para mover el Consulado General busco espacios para moverse con alguna libertad, de Bayona en el sur de Francia a costa atlántica del norte, y de ahí a la mediterránea, a la zona dominada por el gobierno de Vichy, la familia Bosques siempre unida no dejaba de trabajar, siempre vigilado y hostigados por el gobierno francés y la Gestapo (policía política y militar alemana) y el consulado japonés .

En principio los mexicanos residentes en Europa fueron ayudados a salir, luego los republicanos españoles y posteriormente los luchadores antifascistas y familias inocentes perseguidos de los nazis en los países intervenidos. El primer instrumento para ayudarlos fue la famosa “Visa Bosques” que expresaba que los portadores eran viajeros migrantes a México donde tendrían alojamiento y trabajo. Con ese documento muchos natinazis y antifascistas alemanes, austriacos, checos, italianos y también libaneses pudieron eludir las condenas a la prisión y a la muerte. Muchos llegaron a México, otros a algunos países de América del sur y el Caribe, algunos a Estados Unidos, de ahí no faltaron quienes se vinieron a México.

A don Gilberto Bosques se le dio la encomienda de presentar el documento oficial de la ruptura de relaciones de México con el gobierno francés de Vichy, de inmediato los alemanes ocuparon la oficina del consulado, la saquearon y acabaron llevándose finalmente en calidad de prisioneros de guerra a la familia Bosques y al personal del consulado a un hotel prisión de Alemania en la localidad de Bad Godesberg.

Gilberto Bosques mostró en aquella ocasión su fuerza moral ante las autoridades nazis, increpado por el oficial a cargo, mostró la dignidad del diplomático de país en guerra contra sus aprehensores: ”Todo el personal del consulado mexicano , país que está en guerra con Alemania se reconoce prisionero de guerra, tenga la seguridad de que no pediremos alguna excepción, ninguna gracia, pero que tampoco aceptaremos ningún trato vejatorio como el que acostumbran con otros de sus prisioneros” .

Cuentan descendientes de otros prisioneros en Bad Godesberg que la familia Bosques vivió con tal ánimo que pudieron mantener en alto la moral y la confianza en su destino, Don Gilberto organizó reuniones, conferencias, dicen ellos con el apoyo y la gracia de sus jóvenes hijos y su esposa, el quince de septiembre, celebró el grito de la Independencia Mexicana.

Un acuerdo de intercambio de prisioneros entre el gobierno mexicano del general Manuel Ávila Camacho, permitió la salida de todo el personal del consulado hacia México, en 1944 en la estación del ferrocarril de la ciudad de México, miles de españoles y judíos con muchos mexicanos recibían con entusiasmo a la familia Bosques, a don Gilberto, su ángel de la guarda.

Yo crecí en un barrio cosmopolita, la colonia Morelos que cercaba al penal de Lecumberri, ahí conviví con hijos de migrantes alemanes, rusos, españoles “gachupines”, refugiados republicanos, judíos polacos, libaneses, gitanos bailadores de osos y lectores de las manos, cubanos, algún griego, chinos y japoneses, sus familiares, vecinos, muchos de ellos discretos, algunos más seguros de sí mismos en medio de una alianza abierta indiscriminada e indiscriminante, los adultos ya metidos en sus ocupaciones: industriales, empresarios, empleados de grandes, pequeñas y medianas empresa, profesionales liberales, maestros de maestros, filósofos, científicos extras, actores y artistas del cine nacional, hoteleros, cantineros, cafeteros, aboneros, esa fue una comunidad de la posguerra (1945-1954) habían encontrado el paraíso, vivían con nostalgia, los españoles en sus cafés año con año machucaban las mesas con sus dedos: ”este año si cae Franco”, sus hijos y los de los otros migrantes iban a las escuelas públicas y las creadas por ellos, vivían las libertades ofrecidas que garantizaba y garantiza la Constitución Mexicana,en “la visa Bosques”, salvavidas de millares.

Este fue el paraíso prometido por la famosa visa, la esperanza cumplida, el nuevo mundo, si no era perfecto se prometían las libertades, la democracia, el respeto a la dignidad humana, incluso otra nacionalidad, muchos la aceptaron de inmediato, otros solo cuando sus hijos y sus nietos perdida la esperanza del retorno (los refugiados republicanos) ya eran mexicanos.

Don Gilberto debe haberse sentido un gran ser humano, lo era, pero nunca quiso recibir más reconocimiento que el del ciudadano mexicano que cumplió con el compromiso contraído moral y políticamente como como diplomático mexicano y este funcionario del gobierno federal que había sido diputado en dos legislaturas, Secretario de Gobierno del estado de Puebla , organizador del primer congreso pedagógico del gobierno del general Venustiano Carranza, creador de la Escuela de la Revolución Mexicana propuesta por el mismo presidente, había sido también un pretendido defensor de la soberanía nacional atacada en Veracruz en 1914 por el ejército americano, miembro del grupo poblano que conspiró para iniciar la Revolución del 18 de noviembre de 1910, en la que pudo escapar cuando en la ciudad de Puebla eran muertos sin rendirse los hermanos Serdán.

Gilberto Bosques Saldívar fue un estudiante del Instituto Normalista del estado de Puebla, un profesor ayudante en la escuela “José María Lafragua en la ciudad de Puebla y más tarde profesor normalista titulado cuando el movimiento revolucionario lo hizo incorporarse al grupo Carrancista donde tuve la ocasión de manifestar su vocación pedagógica.

Tardaron los años cumpliendo la voluntad del profesor Gilberto Bosques Saldívar en hacerse públicos los reconocimientos, mientras continuó su carrera diplomática entre 1946 y 1994 su última gestión presentándose ante el gobierno del comandante Fidel Castro Ruz en Cuba.

Quisiera creer que su educación normal y su vida poblana fue una magnifica cuna en la que los valores humanos depositados por sus familiares, sus contemporáneos, luego sus maestros, su participación revolucionaria, y sus propios estudios le permitieron cumplir magníficamente con sus deberes políticos , con sus cargos pedagógicos y diplomáticos. A mi Amigo Alfredo Villegas le debo la renovación de mis votos por el reconocimiento a nuestro normalismo y sus compromisos humanos, por los cuales convoco a los normalistas a sumarse al reconocimiento de nuestros valores en la dignidad del Cónsul General de México que declaró la guerra a los gobiernos nazis y fascistas, extendiendo hasta 40 000 visas, contratando castillos para salvar a los refugiados, fletando barcos para sacarlos de Europa y traerlos a América , sobre todo a México y enfrentarse personalmente a la oficialidad alemana que lo hizo prisionero con la alta dignidad del mexicano que cumple con sus compromisos humanos y oficiales.

En internet hay un amplia información de los debidos reconocimientos que en este siglo recibe el recuerdo de la labor y el coraje de tan insigne normalista y noble mexicano, de parte de los descendientes de los europeos salvados y del propio gobierno mexicano, entre ellos el documental “Visa al Paraíso” de Lillian Liberman, no dejen de verlo , de ampliar su información y de renovar los votos de servir a nuestros alumnos, compañeros, amigos, conciudadanos.

Portales a 26 de septiembre de 2013

Jesús Caballero y Díaz
Maestro y formador de docentes

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