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Orientación educativa

Decisiones

Gabriela Sadurni Dacri

Del Seminario Permanente de Didáctica y Escritura Lúdico-Creativa

Presentación de la Antología de Actividades de Escritura Lúdico-Creativa

Me han pedido, mis queridas amigas Gloria y Yolanda, que presente el libro, Eso quiere decir que me encargan lanzarlo al mundo, hacerle un certificado de nacimiento, y es una cierta responsabilidad, que el bebé recién nacido tenga un documento que lo acredite verazmente en el mundo en que se va a mover. Para ello hay que empezar por decir su nombre, se llama Antología de Actividades de Escritura Lúdico-Creativa. Ojo, la escritura es la lúdico-creativa, no las actividades. Esto nos lo dice claramente el singular del apellido compuesto que lleva la nombrada escritura. Si le hubieran puesto Actividades de Escritura Lúdico-Creativas, entonces sería el apellido de las Actividades ¿verdad? Muy bien, así nos vamos aproximando al nuevo ser.

Pero como no somos registro civil, podemos extendernos un poco. En su nombre hay, en primera instancia un grupo, un agregado de cosas puestas allí por una razón. Si vamos a la etimología de la palabra antología encontramos que: El término proviene de la composición de la palabra griega “anthos” que significa “flor” y “todo aquello que es lo mejor, lo más alto y sublime”; con la palabra “légo” que significa “reunir, juntar, elegir, escoger”. Entonces, el término antología nombra la selección de lo mejor o lo más sublime.

Su nombre nos indica que tenemos una selección de lo mejor en nuestras manos, ¿de lo mejor qué? De actividades. Las actividades son de acuerdo al DEM, el Conjunto de las acciones y tareas a las que algo o alguien se dedica. Por lo tanto estamos ante una recopilación que convoca al hacer, a la dimensión ejecutiva del ser, a ponerse a algo. Y ese hacer es nada menos que escribir… menuda actividad ¿no?

Ya sabemos lo que es escribir, poner letras sobre el papel, poner negro sobre blanco se dice a veces, en un intento de invocar la permanencia de una idea. “Pónmelo por escrito” como si eso garantizara algo, como si el mensaje adquiriera una fortaleza nueva, y una existencia real, permanente y autónoma de la que carece si no está escrito, si no se plasma en el papel. Así queda, consta y puede constatar algo. Cuando uno escribe se prepara, se concentra, no como cuando habla (aunque debería también). La acción de escribir toma, en este sentido, una función de filtro, de detector de pensamientos vanos, espurios o quizá impuros, indignos de permanecer. Invita al sujeto escribiente a reflexionar sobre lo que piensa y pretende comunicar. Se erige así en una especie de pedestal, unos grados arriba de su hermana el habla, porque es más sofisticada, por lo menos así la percibe la mayor parte de la gente.

Intenten ustedes hacer una pequeña encuesta. Pregunten a varias madres o padres de niños muy pequeños si creen que su hijo algún día aprenderá a hablar. El 99.9% seguramente dirá que sí, que ya hacen intentos incluso, balbucean. Pregúnteles después si creen que sus hijos vayan a ser escritores. Muy pocos podrían afirmar algo así. ¿Por qué?

Se escribe para comunicar algo, para compartir, para poner en común ideas, experiencias, opiniones, para contar sucesos. La escritura tiene muchos muchos fines, como no puedo ponerme a enumerarlos todos aquí, además no es el propósito, decidí preguntarle a algún escritor. ¿Qué es escribir? Ya puesta en ello, pues se lo pregunto a mis amados, ¿no es eso lo que ustedes harían? ¿Lo que cualquiera haría? Pregúntale a quien más confianza le tengas.

Carlos Fuentes:

“En el sentido profundo, ¿para qué sirve la literatura? La respuesta es para conservar la lengua, para darle vida al idioma, para que no se pierda el idioma, esto para mí es importantísimo porque desde el momento en que ya no sabemos hablar, tampoco sabemos actuar, ni amar, ni hacer política, ni nada”.

”Entonces, es una función primordial, que a veces aparece vaga, lejana, pero yo se lo aseguro como escritor, que cada mañana me levanto y digo: ‘Estas palabras son mi razón de ser’. Y mi razón de ser es mantener el lenguaje y el lenguaje es privado, mío, imaginativo, pero en el momento en que lo público se vuelve un lenguaje público, y a eso contribuimos a la sociedad”

Italo Calvino, precisamente, quién sabe si como testamento, se propuso dar seis consejos sobre la escritura para el próximo milenio, que sería éste. Como quizá saben, escribió cinco y murió antes de concluir el manuscrito.

1. Levedad, lightness, (ligereza, andar ligero) que el texto se deslice fácilmente.

2. Rapidez, quickness, se relaciona con el primero agrega que la economía del lenguaje es esencial para que el relato no se convierta en una sucesión de palabras sin significado; además de que la narración debe tener un ritmo propio para mantener la atención del lector.

3. Exactitud, accuracy, tener bien definido de qué quiere hablar en un texto y hacerlo a través de un lenguaje preciso como expresión de los matices del pensamiento y de la imaginación.

4. Visibilidad es el siguiente consejo de Calvino, esto es, que el escritor pueda imaginarse visualmente todo aquello que su personaje ve o cree ver, así como el contenido visual de las metáforas que utilice. Para Calvino, la imagen es la comunicación con el alma del mundo.

5. El quinto y último capítulo del libro habla de la Multiplicidad, en la que Calvino se refiere al tejido de diversos saberes científicos y los diversos códigos en una visión plural y facetada del mundo. Porque el mundo de hoy tiene tantas lecturas como nunca antes. Y se pregunta: “¿qué somos, qué es cada uno de nosotros sino una combinatoria de experiencias, de informaciones, de lecturas, de imaginaciones? Cada vida es una enciclopedia, una biblioteca, un muestrario de estilos donde todo se puede mezclar continuamente y reordenar de todas las formas posibles..”

José Saramago:

(…) Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como “realidad”, ése sigue siendo el mayor deslumbramiento

Para darnos una idea, es suficiente por ahora. Fuentes se refiere a la lengua, a darle vida al idioma, además menciona ese otro particular desafío, el saber usarla para moverse en la vida con ella, es su razón de ser: mantener el lenguaje, pero también hacerlo público y con ello contribuir a la sociedad. Calvino se sienta a decirnos cómo deben ser los textos del futuro, los que escribimos ahora, los que escriben y escribirán nuestros estudiantes. No repito los cinco rubros, sólo quiero subrayar la idea del quinto punto, de la visión plural, de las tantas lecturas, de la enciclopedia que es cada vida, de cómo los estilos se pueden mezclar y reordenar de todas las formas posibles. ¿No es eso acaso la escritura? Después de haberse sumergido en la multiplicidad del mundo, intentar reordenarlo en el discurso, acomodar palabras una tras otra, acudir a la sintaxis en busca de ayuda, tratando de restablecer, o de encontrar un precario equilibrio momentáneo que transmita algún aspecto, alguna dimensión del ser, de nuestro ser, del ser de todos.

Esto me lleva directamente a Saramago, a la búsqueda, en el reconocimiento de lo que somos, de lo que podemos ser, del absoluto estallido de sorpresa que produce el acto creativo, tanto en el individuo que está creando como en su entorno. Es una onda expansiva que contagia de bienestar a quien escribe y a quienes leen. Cuando el acto consigue establecer la tan ansiada comunión, comunicación entre ambos participantes del proceso, la liga se establece y fluye algo como un hilo invisible de interconexión que une a las almas reflejadas en los significados, las emociones, las vivencias allí plasmadas. Nos encontramos de inmediato y por un momento en un nivel más alto, más puro, más completo de existencia que el anterior.

Desde esa riqueza, es que, a veces, se nos antoja como pobre el plano inmediatamente anterior, parece chato, incoloro, insulso. La realidad creada por el texto literario, es ficticia, dicen algunos con cierto menosprecio, inventada. Permítanme evocar/recordar a otro de mis amados, Antonio Tabucchi que escribe: “_La filosofia sembra che si occupi solo della verità, ma forse dice solo fantasie, e la letteratura sembra che si occupi solo di fantasie, ma forse dice la verità_. Porque ¿quién sabe cuál es la verdad del ser? ¿Hay alguien que se atreva a afirmar que la conoce, que sabe cuál es y que no es una fantasía? ¿En qué mundo preferimos estar? Yo creo que un libro que aporte ideas, medios, que contribuya al acceso a este otro plano, es algo que debe celebrarse. La creación de Caligramas, o las de La Palabra Generadora, son actividades propuestas para iniciar este proceso, este descubrimiento casi mágico, descrito antes.

La pregunta ahora es ¿Cómo? ¿Cómo se aprende a escribir? ¿Cómo se aprende a organizar el mundo? Dice Yolanda López Franco en una de sus propuestas, “el procedimiento sine qua non para realizar la tarea solicitada, que consta de tres fases, es: la preparación, la realización del primer borrador y la auto-revisión”. Primera gran sorpresa para muchos estudiantes que pensaban que el texto podía escribirse de un tirón, que podía fluir como agua del grifo con solo apoyar la pluma en el papel. Hay una magia en la escritura, pero no está allí. Seguramente conocen esa idea de que las musas llegan, la inspiración existe, pero como no sabemos cuándo decidan presentarse, hay que ponerse muchas horas a ejercitar “el oficio” y esperemos que cuando lleguen nos encuentren pluma en mano, con ganas de escribir, y con la voluntad de enfrentar por lo menos las tres fases.

Umberto Eco, otro grande, que ha reflexionado y aportado mucho sobre la escritura, y tantos otros temas, dice: In realtà in scrittura esistono solo due regole vere: leggere tanto e scrivere tanto. Eco propone también una lista de 36 puntos o sugerencias para escribir bien. Aquí tenemos, nosotros ahora, veintitrés propuestas para ponerse a trabajar, para llevarlas al aula y contagiar a los alumnos de esta aspiración, para que cuando llegue la inspiración nos encuentre en ello. Algunas están pensadas para ejercitar la escritura en lengua materna, en español, y otras son para estudiantes de lengua extranjera, pero los profesores pueden adaptar, traducir, o ajustar las actividades a sus requerimientos específicos. Como cualquier idea que se lanza al mundo, no es definitiva, siempre dependerá de cómo la interprete el receptor y de lo que decida hacer con ella.

Para concluir el tema de la escritura, reporto una afirmación de García Márquez que me encanta: Escribo para que me quieran mis amigos. (Aunque fuera sólo eso, ya valdría la pena).

Pasemos ahora a la última parte del nombre, el apellido compuesto que lleva nuestro niño ¿o niña? (Como es Antología) que es de noble cuna: Lúdico-Creativa.

Esto es Wikipedia, lo primero que salió cuando consulté la etimología de ludo/ludens: En antropología, el homo faber (en el sentido del hombre que se interesa en las cosas prácticas) —¿Se acuerdan? Las actividades, el trabajo—se contrapone al homo ludens (en el sentido del hombre que juega, que se interesa en la diversión). Lúdico, entonces, es aquello relativo al juego, ocio, entretenimiento o diversión.

Una escritura que sea divertida, cuyo proceso sea divertido, entretenido, juguetón. Ya viene apareciendo una de las aportaciones significativas de esta pequeña, se pueden hacer cosas divertidas (y creativas, luego vamos con lo creativo) mientras se aprende, o también, se puede aprender a escribir divirtiéndose. O uno se divierte cuando escribe, o tal vez si uno se divierte escribiendo, es muy probable que su público se divierta leyendo.

Yo sostengo esta tesis, quizá algunos requieran una mayor comprobación, pero en principio se ha verificado verdadera para mí siempre que ha sucedido: Si uno se divierte haciendo algo, si lo pasa bien, eso se irradia al campo inmediatamente contiguo, y los que están a su alrededor. La escritura divertida cuando es leída, divierte. Lo mismo que el profesor que disfruta sus clases, que las goza, que se divierte en ellas, logra eso en sus estudiantes. El componente lúdico además es, como sabemos, esencial en el aprendizaje: Yo me divierto, me relajo, me conecto positivamente con el contenido accesible a mi alcance y lo integro con mayor facilidad. Queda instalado y registrado en un archivo diferente en la mente y el cuerpo del aprendiz, que aquello que no se aprendió así. (Piensen por un momento en “La letra con sangre entra”, qué horror!). Cuando el contenido o la habilidad se aprenden en un contexto emocional de expansión positiva, como la risa por ejemplo, la disposición de la conciencia es de apertura hacia el conocimiento, se sitúa en una instancia perceptiva diferente. Asimila, archiva, guarda en un plano distinto la experiencia. Uno de mucho más fácil acceso, que es más probable volver a encontrar y a reutilizar de otro modo, en otro contexto, en poco tiempo. Esto es lo que sucedes si aprendemos divirtiéndonos.

Pasemos a la creatividad. Quiero proponer una definición que me parece muy ilustrativa. Es del matemático, físico, astrónomo y filósofo de la ciencia, gran divulgador y el último gran sabio del s. XIX Henri Poincaré (1854/1912). Define la creatividad como capacidad de unir elementos preexistentes en combinaciones nuevas, que sean útiles, y dice que el criterio intuitivo para reconocer la utilidad de la combinación nueva es “que sea bella”. Obviamente no está hablando de belleza en el sentido estrictamente estético, sino algo que tiene que ver con la elegancia como la entienden los matemáticos: armonía, economía de signos, respuesta funcional al fin.

¿Qué sería una escritura creativa, de acuerdo a esta definición? Una que encuentre combinaciones nuevas, útiles de las palabras y las ideas. Que sea bella, entendiendo por esto, elegante, armoniosa, económica en el lenguaje, y que responda al fin para el que fue creada.

Este libro nos presenta actividades para divertirnos creativamente. ¿Es eso lo que pretendían los autores? Hablemos de los autores, sus generales: Son todos unos pesimistas que se reúnen por lo menos una vez al mes, encabezados por Yolanda López Franco, que es la que ha puesto el desorden. Son Gloria De la Garza, Mariona Tarragona, Luis Suárez, Flor de María Guerrero, Yazmín del Ciprés, Francisco Morales, José Albino Hernández, Irma Valdez y Adriana Cervantes. Quieren ver qué más pueden comprender sobre la didáctica, pretenden enseñar a escribir a los alumnos, y con ello, mejorar la calidad de la educación impartida en nuestra facultad. Además, si se puede, contribuir al desarrollo del país. No dudo que hasta algunos crean que pueden incidir a nivel global. Saramago dice que “_Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay_.

Para quienes no lo sepan y para que conste, diré que los padres, son asiduos integrantes de una iniciativa nacida hace casi 10 años. El Seminario Permanente de Didáctica y Escritura Lúdico-Creativa. Un seminario es un semillero, no los canso con más etimologías y definiciones. Es para mí un honor atestiguar que el fruto del seminario vió la luz en 2013 se terminó de imprimir en el mes de octubre en la Ciudad de México y la edición consta de 300 ejemplares. Como sus papás son todos maestros, y buenos, es un libro hecho para explicar y se explica solo.

Yo que soy, algo como su tía qué puedo decirles, que está muy bonito, lleno de ideas, que es un gusto tenerlo entre nosotros, bienvenido sea!

10 de diciembre de 2013

Gabriela Sadurni Dacri
Profesora de Carrera en el CEI-Acatlán de la UNAM

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