Jorge Medina Viedas
Si alguien de mi generación como Joel Ortega quiere hablar de la democracia mexicana a partir de lo que han sido los contrariados y violentos procesos electorales de 2013, que llegan hoy a la fase del voto ciudadano pero no a su culminación, puede afirmar con toda justificación que la “dichosa” democracia no es lo que imaginábamos.
Dice Adrián Acosta que un “cierto eco proustiano de búsqueda del tiempo perdido resuena continuamente como ruido de fondo de esas diversas formas de la imaginación nostálgica”, en la idea de que las cosas fueron mejor en el pasado. (Campus 517, 4 de junio de 2013).
Ya se ha dicho mucho antes: de lo que hacemos nostalgia es del futuro que imaginamos, de lo que creíamos que iba a ocurrir. Por ejemplo, estaba en el pensamiento de la izquierda que si el país conseguía la democracia, esto era un primer paso para ir hacia adelante en la construcción de una nueva sociedad socialista. Unos éramos más instrumentalistas que otros.
Estábamos los que creíamos en la conquista del primer escalón casi como un fin en sí mismo. Quedarse ahí un tiempo largo, en una especie de rellano donde conviviéramos con las buenas esencias y aromas del sistema (los tiene y los tenía) y el tiempo suficiente para evitar los ultrajes autoritarios de las dictaduras del socialismo real.
Es posible que lo que se eche más en falta es la disputa por ello, pero el presente confirma que aquellos anhelos siguen vigentes. No haberlo conseguido de todas maneras no niega que tengamos la razón.
Los hechos de hoy nos ayudan. Si aquella propuesta de futuro se contrasta con la democracia que tenemos ahora, con la infinidad de problemáticas legislativas, judiciales, políticas, económicas, partidistas, unas individuales, otras colectivas, etcétera, algunas envueltas en escándalos de corrupción, en la falta de experiencia y hasta en la picaresca, todo lo cual hemos visto pasar en este tramo de nuestra historia reciente, pues sí, no es esta la sociedad democrática que imaginábamos.
Me supongo que los que querían llegar al otro escalón más alto, deben estar satisfechos porque nos equivocamos, algunos de ellos placenteramente formando parte de las robustas burocracias de los partidos corresponsables de administrar a este régimen, y otros de plano deben seguir en una buhardilla haciendo una reunión de célula.
No estaba en aquel imaginario de los años 60 y 70, en la izquierda que gozaba de sentido común, que no era mayoría política pero tenía mayoría de razón, que la lucha que entablaba iba a derivar en un presidente como Vicente Fox. Un hombre que en su campaña imitaba a un mono en el escenario no podía ser presidente. Lo fue.
Sé que han recorrido la pasarela del poder político en distintos niveles mucho peores que el ex presidente, hombres que llegaron al poder de los estados y municipios del país, torciendo el voto ciudadano y violando en el poder la legalidad imponiendo leyes y reglas exactamente contrarias a los valores de una cultura política democrática.
Suponíamos que la democracia daba márgenes legales y políticos para atenuar nuestras desigualdades, pero resulta que las cosas no han cambiado, sino que han empeorado.
No estoy a favor del determinismo dogmático, pero tiene mucho sentido la causalidad de los fenómenos sociales y políticos, cuando se afirma que la inseguridad tiene mucho que ver con el libertinaje económico que se ha impuesto en los últimos años. Si la democracia social le debe a la democracia política (o al revés) la corrupción que las circunda, es fácil decir que abate aún más las expectativas de democracia como tal.
Hay que detenerse en la corrupción porque siendo un acto de voluntad, un acto decidido a partir del libre albedrío de un político, de un policía o de un ciudadano, inevitablemente traerá otras consecuencias.
En algunas entidades del país perfectamente identificadas, la explosión de violencia se correspondió con los grados de corrupción y descomposición social de cada una de ellas, hecho extendido al tejido social que se dio al mismo tiempo que surtía el efecto pernicioso que en grupos y zonas del país produjo el abandono del Estado de sus responsabilidades sociales, lo cual permitió al crimen organizado allegarse de jóvenes desesperanzados, para estar en condiciones de escalar a un nivel más alto la violencia y el crimen.
En este ámbito de descomposición social no hay democracia que no crezca torcida. A lo que da lugar es a gobiernos locales incapaces de apoyar el desarrollo de una cultura política de la participación, del respeto a la legalidad y a los derechos humanos, del fomento a la educación cívica y a los valores de la convivencia, sino exactamente todo lo contrario; y si lo que demuestran es que son gobernantes simuladores, tramposos, mentirosos e incompetentes, pues no, tampoco es posible que la utopía tome forma.
En pocas palabras: la descomposición social, la mediocridad de la política y la corrupción no hacen la democracia que imaginábamos que aún necesita el país
2013-07-07
Jorge Medina Viedas
La democracia como se visionaba en los años 70’s, hoy en día se ha convertido en un bandera para corromper al país en especial a la sociedad, permitiendo un grado elevado de corrupción en todos los ámbitos. La democracia actual a dado lugar a la proliferación de gobiernos locales y autoridades, incapaces de apoyar el desarrollo de una cultura política de participación social y de respeto a la legalidad y a los derechos humanos, Hoy vemos en los medios masivos funcionarios robando ó maltratando a gente indígena o de condición social menor, obviamente abusando de eso que ellos llaman democracia, en lugar de estar fomentando una cultura de educación por los valores, el civismos y la convivencia armónica entre los individuos. Como esto no ocurre, entonces hay que cuidarse de todo mundo, convirtiendo la democracia en un individualismo nefasto pero que funciona para algunos. Yo pienso que la verdadera democracia se dará en el momento que la sociedad en su conjunto y en lo individual hagamos conciencia de la importancia que tiene el vecino, el hermano, el amigo, el primo etc. con respecto a sus derechos y obligaciones y que estos sean respetado y exigidos para todos.
No es posible hablar de democracia mexicana cuando los escándalos en la coptaciòn de los votos de la gente màs necesitada es la constante del “Nuevo PRI”. La nostalgia de lo que creíamos que iba a ocurrir yo creo que ya no existe, no es posible pensar que la concertacesiòn que se produjo en Baja California no existió y que los votos de la gente llevaron a la gubernatura al señor Quico no se què.
Las últimas elecciones nos han demostrado a quienes deseamos un gobierno verdadero, que ahì se encuentran las Instituciones para impedirlo y algunos tenemos que seguirnos reuniendo para estudiar, platicar, desahogar la frustración que cada tres, seis años, se vuelve màs añeja y no se va.
La corrupción y la ineficiencia de los dos últimos gobiernos, han sumido a la población en una espiral de violencia y desesperanza que, por lo que escucho sobre las iniciativas en materia energética y económica, van a empeorar. Èste nuevo gobierno impuesto por los grandes intereses no tiene la menor intención de cambiar el rumbo que llevan las cosas; el gasto de 8 millones de pesos utilizados en el informe del presidente, es obsceno hasta la nausea, nada ha cambiado, la “democracia” en Mèxico, no existe.
¿QUE ESPERÁBAMOS? El movimiento independentista acabó con las guerras civiles que llegaron a la guerra de los cristeros, El liberalismo independentista de la reforma de 1857 se agotó en el orden y el progreso porfirista, el estado benefactor de la constitución de 1917 concluyó en el capitalismo depredador del siglo XXI,la democracia sugerida por Morelos, una igualitaria y con justicia social se enfrentó a una sociedad que no acaba de componerse, mexicanos que negaron la independencia y suspiraron por el europeismo, o mas bien dicho por la dominación colonial, liberales que como amigos de don Porfirio, no pararon hasta ser los latifundistas que Zapata y la Constitución del 1917 los denunciaron y pretendieron liquidar.El artículo tercero constitucional menospreciado, ignorado,echado a la basura mostró un concepto de democracia que acompañaba al artículo 39 constitucional,otro deshecho de la clase que desgobierna este país, que era deseable al concluir la segunda guerra mundial, se suponía que los vencedores del nazismo eran una alianza de demócratas y nos encontramos con el poder norteamericano que deshizo la ilusión con un intervencionismo que hubiera querido imponer Hitler y aquí, una burguesía que no se fue tas la independencia, que se definió en la reforma liberal, que se descaró durante el porfiriato, que se enmascaró a partir de 1917 y que demostró no poder ni con sus propios intereses, ni con los compromisos con todos nosotros, el pueblo de México, la sociedad mexicana, compromisos de igualdad, de democracia, de respeto a los pactos de servicio, de honestidad como salvaguarda de los valores constitucionales, todo eso que esperábamos concluyó en consecuencia con la desesperanza, con un estado fallido, con una burguesía miope, díscola ineficaz, con una clase política ahogada en su egoísmo, en fin un estado fallido y lo peor un pueblo que cree que la democracia vendrá por la gracia de un superpoder que la regale, en esas andamos, no me hizo ninguna gracia escribir esto, pero aquí lo dejo. Xss. Gracias jorge por darme esta oportunidad.